EL REGALO DE VIVIR

Muerte evitable

Domingo Espino // Almendralejo

En fechas recientes pude leer en un periódico digital un listado de las principales «muertes evitables» que se producen hoy día. Una expresión desafortunada, sin duda. Yo diría más bien «causas evitables de muerte» ya que, al parecer, la muerte es inevitable. Si no fumas, evitarás morir a causa del tabaco. Si no bebes, evitarás morir de cirrosis. Si no escalas montañas, no morirás precipitándote al vacío, etcétera. Sin embargo, al final, de algo hay que morirse. En principio deberíamos ser inmortales, como los norteamericanos. De modo que si nos morimos, algo habremos hecho mal, somos culpables. Nos bombardean sin descanso con informaciones sobre infartos, ictus, colesterol, sobrepeso, cáncer, estrés, dietas, hipertensión y demás cuestiones de salud. El mensaje al final es: debes tener miedo. Con tanto miedo a morir, quizá nos estemos olvidando de disfrutar el regalo de vivir. Es bien sabido que el miedo es enemigo del pensamiento. No me malinterpreten, no intento restar importancia a estos problemas de salud, lo que ocurre es que hemos convertido en una religión esto que ahora llaman «hábitos de vida saludable». Por supuesto, nada más lejos de mi intención está el promover vicios o hábitos nocivos. Sin embargo, aunque haga mucho deporte, coma mucha fibra, fruta y verdura, controle los hidratos de carbono, mantenga a raya las grasas y los azúcares y beba leche de unicornio, no viviré un segundo más del que me corresponda. Alguien me dirá: ¡si te cuidas tendrás mejor calidad de vida¡ No estoy tan seguro de ello. En mi propia familia tengo dos ejemplos opuestos. Uno que se cuidaba y murió joven y otro que no se cuidaba nada y se murió de aburrimiento a los noventa y tantos. Lo mejor es cuidarse, claro, pero sin obsesionarse. Disfrutemos de los placeres que la vida nos pueda ofrecer. Ya sabe que esto dura un ratito.

TRIBUTACIÓN

Impuestos y limosnas

Miguel Fernández-Palacios Gordon // Madrid

En España, por deducciones y bonificaciones, las grandes empresas tributan beneficios en el impuesto de sociedades por poco más del 6%, aunque el nominal es del 25%. Por eso, sumando todos los impuestos, estas compañías gozan de una carga fiscal menor que en Francia, Bélgica, Austria, Grecia, Alemania o Italia. Además, según técnicos de Hacienda, la elusión fiscal de éstas sustrae a las arcas públicas 11.000 millones de anuales. El altruismo está muy bien, pero para no depender de la arbitrariedad de quien ejerce la caridad, primero se debe alcanzar un sistema tributario real, justo y progresivo como ordena nuestra Constitución. Y. por supuesto, una vez lograda la justicia impositiva, quien quiera donar, que done.