Nunca me ha parecido bien vacunar en el cole, pues considero que no es el lugar para ello. Entiendo que se haga para que los niños se midan entre ellos y pasen el mal rato chuleando de aguante aunque algunos terminen llorando igual. Ahora, con el PCR hablamos de una prueba que consiste en meter un hisopo, el bastoncillo ese largo que da repelús solo mirarlo y que tanta gente ha dicho que al meterlo duele lo indecible, mientras que otros tantos ni se enteran. Muchos testeadores ni siquiera saben dónde está la nasofaringe y meten el hisopo hacia arriba como si fueran a cosechar higos y no, ahí no está la nasofaringe. La dichosa nasofaringe está en lo hondo de la cavidad nasal, paralela a la mandíbula superior. Si se hace correctamente ni duele ni nada porque no toca las estructuras internas y delicadas de la cavidad nasal. Por otro lado, ese hisopo estéril hasta que se saca de su precinto y se introduce en las profundidades de la nariz puede haber recogido virus y otras alimañas microscópicas y entrar hasta esa nasofaringe, quedarse ahí o salir de nuevo dando como resultado un positivo porque, recordemos, el PCR multiplica en su proceso ese ácido ribonucleico (ARN) vírico y con que solamente haya un poquito van a salir positivos. No convence, ni por los sanitarios que van a cosechar higos causando dolor e incluso lesiones ni por la cantidad de niños que van a pasar por la misma sala para ser testeados y pueden dejar en el aire virus que irán a parar a los hisopos de otros. Si como dicen el virus viaja por el aire, no nos metamos todos en el mismo sitio a hacer las pruebas. En el cole no, gracias.