Simples frases que degradan o ensanchan tus pensamientos. Nada de eso debería afectarte. Al menos, no demasiado.

Es cierto, el cerebro no es impermeable pero podemos entrenarlo para que aquellas críticas que no sean constructivas resbalen a través de ese órgano tal y como lo hacen las gotas de lluvia sobre el cristal. Parece que bailar bajo la tormenta no resulta tan desagradable.

Después, encontramos aquellas críticas que son las piezas que nos faltan para completar ese puzle llamado persona, aunque en tiempo futuro. Puro vaivén de sentimientos que te bofetean contra la realidad. Yo las defino como las arquitectas internas del ser humano. Al fin y al cabo somos plastilina a la que moldear.

Y no siempre deseas que llamen a tu puerta porque pueden paralizarte de pies a cabeza o bien, mover esos andamios anclados a tu actitud. Ahora, abre los ojos y desecha toda la basura arrojada sobre ti y comienza a leer lo bueno que está escondido entre tanto intento de destrucción.