Se busca hospitalidad para ellos y se encuentra aquí.

En Cáceres, entre otras cosas, están plantando los pensamientos, esas plantas herbáceas, en su terreno propicio que los jardineros cuidan, vivaces y coloridos, minúsculas hojas y hojillas que prefieren el frío, el intenso, flores agitándose sin despeinarse.

Están en las farolas de la concatredral, encendidas y bañadas de nubes de neblina.

Está la Filmoteca. Están las tacitas de café en todos los locales, de norte a sur, con su humareda vaporosa que anula inmediatamente la soledad de los dedos de las manos. Están los escaparates de las librerías con el silencio de sus libros, en fila, en lista de espera. ¿Quién irá a buscar a cada uno, puede que de vez en cuando, se pregunten?

La ciudad y los seres humanos a veces se miran y a veces se ven entre y una y otra calle.

La hospitalidad puede estar también en estos instantes, holas y adioses para cobijarse en sus orillas afortunadas.