En este país nuestro, con la Justicia hay que tomárselo con paciencia; suponiendo, lógicamente, que se es débil económicamente, que no se tienen fondos suficientes para pleitear con garantías. Algo que le ocurre a la mayoría de las familias y a más del 70% de los jóvenes. Ya lo dijo Kant: «La paciencia es la fortaleza del débil; y la impaciencia, la debilidad del fuerte». Por desgracia, «el hombre no es más que lo que la educación hace de él», que también dijo Kant. Y eso, en la Justicia, le supone una gran merma de la correcta aplicación de sus derechos que es muy bien aprovechado por los listos infractores --políticos sobre todo-- y sus representantes. No hay que olvidar que somos el país que tiene más leyes y en el que menos se cumplen. La poca formación y escasa educación va a ser terrible sino se cambia para las generaciones futuras, pues no se van a enterar de nada y les van a tomar el pelo fácilmente, si es que no está ocurriendo ya, que, laboralmente, me da que sí.

He tenido la suerte de conocer a más de un Juez y aprendí que si algo falla en la Justicia no es otra cosa que lo que en el argot se conoce como «los de abajo»; y, por supuesto, la carencia de medios, de lo cual se encarga la política por la cuenta que le tiene. Los jueces suelen aplicar la ley si se les exponen los hechos con la suficiente claridad y comprensión. Puedo señalar como una magistrada-juez del Juzgado de lo Social de Badajoz fue capaz de recoger las explicaciones de un familiar y sin otro motivo que sus sencillos razonamientos actuar en consecuencia y lograr que se hiciera Justicia, que después fue hecha firme por el TSJEx.

Pero, como dijo Aristóteles, hace falta que el Estado, para que sea estable, haga que todos los ciudadanos sean iguales ante la ley. Y para que ocurra eso es necesario que la política deje que todos los jueces puedan actuar como la magistrada-juez que he citado antes o como la sevillana Mercedes Alaya, por citar sólo algún nombre. Que el Estado respete la independencia de los jueces es muy fácil: Sólo tiene que dejar de lado el caciquismo. Aunque me temo que con los políticos españoles el asunto va a resultar un tanto complejo, se perpetúan gracias a él.

Por cierto, la magistrada sevillana ha dejado claro que el clientelismo político de los ERE está vinculado a la hegemonía del PSOE en Andalucía. Por eso esta excepcional «juez de postín» fue sacada por el PP y el PSOE del Juzgado número 6 de Sevilla para que no investigara los cursos de formación. La magistrada ha subrayado la gravedad de los casos que ella investigó y ha enfatizado que lo que se investiga en las causas de los ERE y de los cursos de formación, «con independencia de lo que hayan podido o no llevarse personalmente» (855 millones de euros se han ido a la nube), es el «clientelismo político». «Una manera sabida, de que en Andalucía no hayamos conocido ningún otro gobierno diferente al socialista» dijo (pues, casi como aquí en Extremadura, señoría). Y también señaló que el CGPJ y la Fiscalía eran conscientes de las presiones que recibió por parte de la política, pero... Sólo falta que la Justicia «se dé un paseo» con Bono, Ibarra y Vara y quizás se pueda superar a la Filarmónica de Viena del caciquismo andaluz.