LA CRISIS DEL CORONAVIRUS

No puedo salir a correr

Alicia Berenguel

Apoyo firmemente la declaración del estado de alarma en nuestro país y lamento profundamente la grave situación originada por el coronavirus. Soy deportista asidua y, como tantos otros, sufro por la falta de actividad física. En los últimos cuatro días solo he salido de casa para tirar la basura. Mi vida no corre peligro, pero por responsabilidad y solidaridad me he abstenido de salir a comprar, de someterme a pruebas médicas necesarias pero aplazables y de otras cosas que hubiera estado justificado realizar. Hace unos días, por necesidad física y mental, salí a correr a las 4.30 horas de la mañana por una zona cuasi deshabitada, para no poner en riesgo alguno ni mi salud ni la de los demás. Me cubrí la boca, no toqué nada con las manos, no me paré en ningún punto y no me crucé con ningún ser humano. A los 20 minutos me siguió y detuvo una patrulla de la policía. Se me ordenó volver a casa bajo advertencia de sanción. Trabajo desde casa, y cada día contemplo desde mi ventana a decenas de personas paseando a sus perros por el parque. En la panadería de la esquina se forman colas de hasta 25 clientes. Hay gente que se cuelga al hombro una bolsa de la compra y aprovecha para dar una vuelta. No comprendo que a mí se me haya ordenado regresar a casa mientras que a cientos de personas se les permite utilizar transporte público o circular por calles transitadas a cualquier hora para comprar o pasear mascotas. ¿Me tengo que comprar un perro, o salir a correr con tacones y abrigo con la excusa de ir a la farmacia? Quisiera hacer un llamamiento a que las normas que rigen el confinamiento de la población, estrictas pero muy necesarias, se apliquen con proporcionalidad y sentido común.

POLÍTICA

Fernando Valbuena en la trinchera

Felipe M. Martín Romero

Badajoz

Como suelo hacer todos los fines de semana, el día 21 leí en este diario el artículo dominical de Fernando Valbuena Arbaiza en su sección ‘A la intemperie’, titulado ‘Alerta anticomunista’. Imagino a los lectores de esta carta ilustrados sobre los términos que utilizaba Fernando (un amigo por encima de todo) para referirse, entre otras cosas, al odio político que le genera la figura del secretario general de Podemos, Pablo Iglesias Turiión. Mejor dicho, la presencia de éste en el Consejo de Ministros de España, con el cargo de vicepresidente segundo.

Nos alerta Fernando con el para él, y para muchos otros ciudadanos, peligro que representan las políticas que propugna Podemos (o Unidas Podemos), dirigidas, y en esto le doy la razón, por la mano y las formas de actuación leninistas de su secretario general. También coincido con Fernando, y el domingo se lo hice saber, con el calificativo de ególatra que le dedicaba en su artículo a Pablo Iglesias.

Dicho lo anterior, observé miedo en el artículo de Fernando. Le dije que si creía que Podemos iba a tener alguna vez la mayoría en el Gobierno de España, y me contestó con una pregunta: ¿y si llega a tenerla? Para ser exacto con la conversación, le dije que yo temía más la llegada de un partido ultramontano como Vox a las esferas del poder. Y ahí se marcaron, por así decirlo, nuestras diferencias (entre amigos). Soy de la opinión de que es legítimo que todos los partidos luchen (no como lo hacen, que conste) para conseguir el poder, ya que eso es la democracia; pero mientras en la izquierda no veo a una formación como Podemos acercándose a mayoría alguna (el PSOE es un partido más solido, y con muchos más apoyos), tengo mis dudas de si en la derecha, más viendo como enfrentan situaciones como la más actual de la crisis del coronavirus, Vox no se acercará cada vez más al PP.

Aún respetando el parecer de Fernando, y él el mío, creo que con esa buena pluma que tiene, lo que publicó Fernando en este diario no deja de ser, y en parte eso me apenó, un artículo de trinchera. Más que en 2020, me parecía que estábamos, aunque yo no lo viví (ni él), en la España de 1936. Y para situarnos en ese contexto, me reconoció que es que él no cree que Vox no respete el ordenamiento constitucional. Eso fue en respuesta a una apreciación mía anterior que resumiría en un: Fernando, pareces un vocero de Vox.