Mientras pueda pensarte, no habrá olvido» (Ángel Campos Pámpano).

Nunca pensé que lloraría por tu muerte. No se piensa en la muerte prematura de los seres queridos, y menos de las personas especiales, esas nos parecen inmortales. La lucha contra el ruido hizo que nos conociéramos. Fue muy fácil quererte: la dulzura de tu voz, la bondad de tus ojos, la empatía por los problemas de los demás, el cariño que siempre mostraste a nuestra hija, tu admirable discreción... Eras una bellísima persona, tanto, que seguiste manteniendo la amistad con aquellos que en cierto momento no entendieron tu lucha vecinal. Tu integridad y honestidad eran de tal altura que no dudaste en defender al compañero, que llevando la razón, la cobardía de los demás lo dejaron solo.

Te indignaba la injusticia, sobre todo, esa injusticia que se colaba, hasta tu casa, en forma de ruido de «ocio nocturno», por tus balcones y te obligaba a estar trabajando hasta la madrugada. Nos queda tu obra como fotógrafa y, a quienes tuvimos la fortuna de conocerte en la intimidad, nos quedas una huella profunda e imborrable en nuestras vidas. Te querremos siempre, Teresa Benítez.