Agosto, castillo de arena o no, mejor si se le vio en sus costas, litorales, faros, barcazas y besos en las esquinas de las noches largars con las lunas nuevas. Más le valiese.

Centelleante el sol de la tarde en el mar, que parece libre de odiseas sin Homero. Y moras moradas. Y horizontes. Eclipses, perséidas y libros librescos, incluso la ‘Guía para viajar solo’ de Lonely Planet.

Pero, a veces, el mar parece de tierra.

Sin verdes ni azules. Sin una gota de agua salada. Arenisca sin argamasa, cayéndose va devoado por cada atardecer ese alcázar andándose por las ramas, ambiguamente.

Así, así y así. Y, un sábado, San Gil, septiembre.

MEDICINA

Cannabidiol para la depresión

Cristina Castro

Torrejón de Ardoz

Los españoles nos enteramos de que vivimos en la era contemporánea gracias a la televisión, gracias a las imágenes que vemos de otros países que ya han aceptado políticas modernas que nuestro gobierno no puede ni imaginar. Una de cada cinco personas padecerá de depresión a lo largo de su vida, la cual es una enfermedad que no solo discapacita a quienes la sufren sino que puede resultar mortal.

La opción de la tan alabada Seguridad Social que tenemos en este país es inflar a antidepresivos a estas pobres personas. Los antidepresivos son armas cargadas, no solo tardan en hacer efecto sino que encima producen muchísimos efectos secundarios. Pero al menos no son tan malos como los medicamentos contra la ansiedad, que encima pueden crear dependencia.

El CBD (cannabinoide que se encuentra en la planta del cannabis) es un cannabidiol natural que se utiliza para tratar problemas conmo la depresión, la epilepsia, la ansiedad, problemas cutáneos, dolor crónico, inflamación e incluso psicosis. Lo mejor del CBD es que no resulta adictivo ni tiene propiedades psicoactivas. Pero debido a que aún en el año 2018 hay gente que sigue teniéndole miedo al cannabis, estos medicamentos son imposibles de encontrar, y los pacientes que sufren este tipo de enfermedades son redireccionados en masa hacia opciones más peligrosas.

INFANCIA

Los derechos de los niños

José M. Fernández Arroyo

Barcelona

Cuarenta menores muertos y 56 heridos en Yemen por el bombardeo aéreo de la coalición liderada por Arabia Saudí. 12 menores entre los 87 inmigrantes que llegaron al puerto de Algeciras en el Open Arms. 73 menores entre las 141 personas rescatadas y que finalmente desembarcaron en Malta en el Aquarius. 23 niños fallecidos al naufragar un barco en el Nilo, en Sudán, que los transportaba a la escuela. Situaciones que se suceden a diario. Cientos de menores entre los inmigrantes que llegan a nuestras costas y a otras zonas europeas. Masacres de niños en los diferentes conflictos y guerras. Esclavitud, torturas, violaciones, mutilaciones, prostitución, trabajos forzados, orfandad, hambruna, desplazamientos.

Este es el panorama actual que sufren millones de menores en todo el mundo. Situaciones de emergencia extrema que las oenegés denuncian continuamente pero sin obtener respuesta por parte de los gobiernos ni de las organizaciones internacionales, obviando por completo tratados como la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989. Y peor aún, muchos de los estados, incluso firmantes del tratado, son los que provocan directa o indirectamente la vulneración sistemática de tales derechos. Pese a la llamada desesperada de los organismos no gubernamentales, no se vislumbra un panorama halagüeño. Hagamos del Día Universal del Niño (20 Noviembre) no solo un mero acto conmemorativo anual, sino un estado permanente de alerta y compromiso.