Desde hace un tiempo los cormoranes que pueblan Extremadura se han convertido en el centro de una polémica sobre la conveniencia o no de controlar la especie por su incidencia sobre las poblaciones autóctonas de peces. Explotaciones acuícolas, cotos privados y asociaciones ecologistas de la región mantienen un debate que no es nuevo, ya que cinco comunidades autónomas han solicitado la descatalogación de la especie como ave protegida. De momento, Extremadura se mantiene a la espera de conocer los resultados de un estudio a nivel nacional sobre la incidencia del ave, aunque desde la Administración regional aseguran que representa un gran problema para la tenca.

Los cormoranes pertenecen a la familia de los pelícanos y alcatraces. Existen 40 especies en todo el mundo, dos en España y sólo una en Extremadura: el cormorán grande, que cada invierno se instala en la región. Esta especie presenta dos razas en Europa, una propia de las costas y otra que habita en el interior y cría en los árboles.

El cormorán grande es común del norte de Europa, pero en la década de los 80 se produjo una explosión poblacional que multiplicó por cinco su número, por lo que buscaron territorios vacíos en España, Francia y Portugal. Según el último censo realizado en la región, Extremadura cuenta con 12.000 ejemplares que ya han empezado a criar en los embalses.

El director general de Medio Ambiente, Leopoldo Torrado, asegura se ha producido un importante incremento en la población de cormoranes en la región, aunque hasta el momento sólo se ha notado una incidencia negativa sobre las poblaciones de tencas, ya que el ave se alimenta de alevines. En este sentido, señala que se han recibido muchas quejas de explotaciones acuícolas y cotos que advierten de los importantes daños que está ocasionando el cormorán.

Por su parte, desde el colectivo conservacionista Adenex sostienen que el número de aves se mantiene constante desde 1990 y recuerdan que el auténtico peligro de los peces autóctonos son las especies introducidas por los pescadores.