Pilar Rivera del Pilar presume que dentro de un mes va a ser abuela, a sus 72 años. «Me encanta ir a la playa con mi familia, pero este año...», explica al otro lado del teléfono. Tras un primer confinamiento domiciliario en marzo y el crecimiento exponencial de brotes en Extremadura, la cacereña pide «responsabilidad» ante unas cifras que dan «miedo», en un verano en el que muchos de ellos solo pueden escuchar las voces de sus seres queridos por teléfono y, en el mejor de los casos, las de sus nietos, tras la puerta.

Además del mar, otras de las pasiones de Pilar son la lectura, viajar, hacer deporte y mantenerse activa, los crucigramas, el dominó, desconectar con los suyos en su casa de campo y jugar con su fiel amigo perruno Estación. Su habitación está llena de libros. «Estoy leyendo ahora uno de la escritora Dolores Redondo», cuenta con orgullo.

Ella ha dedicado toda su vida a trabajar como funcionaria en la Agencia Tributaria. Sabe que es una persona que se encuentra dentro de la población de riesgo, por lo que intenta cumplir todas las medidas adoptadas a rajatabla. «Estamos viviendo una segunda oleada y tenemos que hacer lo máximo para evitarla o minimizarla porque el impacto en salud sobre todo y en la economía puede ser muy importante como ya vimos, advierte Rivera, que ve fundamental que «la población cumpla con las normativas de protección como el uso sistemático de mascarilla, el distanciamiento social y la higiene».

«Hay que tomárselo así», apunta Pilar, quien destaca la paciencia como una de sus mayores virtudes, que la está ayudando bastante en estos tiempos de pandemia. «Tanto mi marido como yo siempre estamos muy arropados por nuestras hijas y así se sobrelleva mejor», confiesa.

Pilar Rivera del Pilar en su campo de la capital cacereña. / EL PERIÓDICO

VOLVER A CONFINARNOS / Pero, ¿nos volverán a encerrar en casa a partir del mes de septiembre? «No quiero ni pensar que nos vuelvan a confinar, aunque creo que no», resalta esta mujer, llena de empatía, quien critica que desde las administraciones se haya politizado todo. «Sufro por la gente que lo está pasando mal, por los enfermos, los sanitarios, los abuelitos, las personas que tienen que ir a buscar trabajo o los que se han quedado sin él, por los muertos… Eso es lo que peor llevo, ver el sufrimiento que está provocando todo esto en tanta gente, y ver que la vacuna no llega», reflexiona.

Asimismo le gustaría que pronto, si pudiera volver a viajar como antes, «me haría una enorme ilusión conocer lo que me queda de España, Italia, Holanda... acompañada de la mano de Pepe, mi esposo», concluye.

Y es que la tercera edad ha sufrido de forma muy dura el azote del covid-19. Mirella Templado es la gerente de los pisos tutelados de las localidades cacereñas de Zarza la Mayor y Ceclavín. En el primer municipio residen 20 usuarios, las plazas máximas. En el segundo, hay 15, aunque la capacidad es de 29 ancianos.

La responsable explica que la sensación general entre sus usuarios depende del carácter de cada una de las personas mayores y «que una misma persona ha llevado de manera distinta el primer aislamiento que el segundo». Aunque, según Templado, en general, el segundo confinamiento «ha desanimado más».

Mirella asegura que volver a cerrar las puertas de las visitas deprime a sus residentes: «Los abuelos pudieron ver unos días a sus familiares, pero debido a los rebrotes estivales se sienten prisioneros. Como en una prisión, igual. Ni pueden salir ni sus seres queridos pueden entrar. La solución que se ha planteado es la instalación de un vallado a suficiente distancia para que sus allegados acudan a verlos y mantener una charla con ellos», siempre con todas las medidas que marcan los protocolos de seguridad y desinfección establecidos por esta pandemia, que ha llegado a Extremadura a su segunda oleada, dado el alto nivel de contagios.

Unos cuidadores que intentan adaptar su trabajo al ritmo y necesidades de las personas mayores, extremando las precauciones y mostrando su cariño a los abuelos a pesar de la distancia, los guantes y las mascarillas. Su principal cometido: intentar convertir las cuatro paredes en un hogar, ahora aún más lejos de sus familias.

«A mí me puede tutear, porque solo tengo 88 años, no tengo más», exclama con su sentido del humor Rosario Camisón Ripado, sentada al teléfono junto a su nieto. Enseguida comienza a describir algunos retazos de su vida: «Soy de San Vicente de Alcántara (Badajoz), tuve una infancia muy buena, no tengo queja de ella. Con 15 años entré a trabajar en la fábrica de corcho. Allí estuve genial, encantada», recuerda.

Rosario Camisón posa en su casa de San Vicente de Alcántara. / EL PERIÓDICO

SER RESPONSABLES / Narra su propia etapa del encerramiento: «Lo he vivido haciéndome caso de todo lo que comunicaban las autoridades sanitarias, en casita y grabando vídeos con mi nieto Gonzalo. Y si salgo a la calle, lo hago con mascarilla. La población tiene que darse cuenta de que la responsabilidad de cuidar a los abuelos es de ellos. Tienen que pensar: ‘no voy a contagiar a las personas mayores’. Estamos viendo en la televisión y leyendo en la prensa que la transmisión del virus se produce por el ocio nocturno, por las reuniones de los adolescentes», subraya la ‘youtuber’.

La pacense apela a que las instituciones sean inflexibles a la hora de imponer sanciones a quienes incumplan las órdenes ministeriales. Entretanto, ella sale a la puerta de casa a tomar el fresco con sus vecinas, pero lo hace respetando las normas y con cautela. Ya solo confía en que no vuelvan a confinarla.

CARTA A LOS NIETOS / En este contexto y para pedir a los jóvenes que colaboren más en la lucha contra los contagios de covid-19, nace precisamente la carta que Francisco Muñoz García-Vaso, presidente de la Asociación de Abuelos y Abuelas de España (Abuespa), un colectivo en activo desde hace 15 años, ha dirigido a los jóvenes. «Queridos nietos, perdonarme que os llame así sin ser familia vuestra pero es que, de alguna manera, los que somos abuelos nos consideramos que lo somos de todos los que tienen las edades de nuestros nietos de sangre y os queremos como si realmente fuéramos vuestros abuelos». Así arranca la emotiva misiva de este anciano y bisabuelo de once niños y niñas y que está convencido de que «los yayos son como el corazón. Si tu corazón se para, todo el mundo se da cuenta. Sin embargo, no piensas cada día que tienes un corazón. Con los abuelos pasa lo mismo».

«Vuestro éxito será nuestro éxito, vuestro triunfo será nuestro triunfo y para eso hemos hecho, estamos haciendo y seguiremos haciendo, mientras nos mantengamos en este mundo, todo lo que esté en nuestra mano para que viváis lo mejor posible y seáis lo más felices que se pueda ser», afirman.

La Asociación de Abuelas y Abuelos de España pone de relieve que el nuevo coronavirus «ya ha matado, según las cifras oficiales, a 18.000 de vuestros abuelos y según la realidad (cantidad de personas que han dejado de cobrar la pensión de jubilación) a 48.000».

De esta forma, las personas mayores advierten de que «nuevamente está incrementando el número de contagios de una forma alarmante». Aumentan en todo el mundo, en España y en Extremadura. Ninguno de ellos quiere volver a sentirse prisionero.