Un libro de jardinería. Esa ha sido la nueva afición de Juana durante estos días y semanas de confinamiento. Lo cuenta su hija, Casi Fernández, quien ha estado cuidando de ella en todo este tiempo. Fernández nota especialmente la pérdida de capacidad motora de su madre, de 90 años, en estos meses: «Ella es una persona muy activa y en el centro de día siempre estaba andando de un lado para otro, no es lo mismo que una casa», explica esta almendralejense. Juana sufre una demencia multifactorial.

Solía ir al centro desde por la mañana hasta bien entrada la tarde: «Estaba muy bien, se nota sobre todo que ha perdido la capacidad motora porque aunque es un recinto cerrado tiene más espacio, no es como en casa», insiste Fernández para evidenciar cómo le ha afectado la ausencia de terapias.

Gracias a que trabaja en un instituto que ha permanecido cerrado hasta hace unos días, Fernández se ha podido hacer cargo de su madre durante este tiempo, y ahora han contratado a una cuidadora: «Por parte de las administraciones apoyo hemos recibido ninguno y de ninguna manera. Solo te llaman para confirmar la baja del centro mientras está cerrado pero no te dan ninguna otra opción. Lo que tenían que haber hecho es ofrecer otro tipo de cuidado, aunque sea de menos horas», denuncia.

Subir y bajar escaleras

Subir y bajar escalerasEncerrada en casa, Casi ha animado a Juana a que suba y baje escaleras, y juega con ella a pasarse una pelota de trapo de un lado al otro de la mesa. «He intentado mantenerla también a nivel cognitivo, ella no se da cuenta de nada, pero le gusta mucho un libro de jardinería, así que se lo doy, pasa las hojas y se entretiene», cuenta.

Ambas esperan que el centro de día vuelva a estar en funcionamiento pronto para que Juana pueda volver a caminar y moverse por el recinto con más libertad, tal y como a ella le gusta.