Tras 52 días cerrada a cal y canto, la churrería Silvestre, en la calle Jacinta García Hernández de Badajoz, reabre hoy al público. Aunque podía haber mantenido su negocio abierto tras decretarse el estado de alarma, su dueño, Ángel Calleja, decidió echar el cierre porque no le salían las cuentas. «También somos café-bar y al no poder servir dentro ni en los veladores, los gastos iban a ser más que los beneficios, por eso decidí acogerme al cese de actividad y al erte para la empleada que teníamos para los fines de semana y festivos», explica.

Ha optado por reabrir ahora «porque ya hay gente en la calle» y porque sigue manteniendo alguna ayuda mientras continúe el estado de alarma. «Hoy (por ayer) estamos limpiando y mucha gente nos ha preguntado cuándo abríamos», cuenta Ángel, a quien eso le hace ser «optimista, aunque sé que no lo vamos a tener fácil», reconoce.

De momento, se ocuparán de la churrería él y su mujer: Ángel se encargará de elaborar los churros y ella de atender al público. Su negocio ya contaba con una mampara para proteger el producto del contacto del público. Se servirá a los clientes de uno en uno y para guardar la distnacia de seguridad «mi mujer pondrá los churros y el chocolate en la barra y el cliente los recogerá», explica,. También ha establecido un sitio específico para depositar el dinero y las vueltas (una bandeja que se desinfectará en cada operación), pues no disponen de datáfono al tratarse de «cantidades muy pequeñas».

La churrería Silvestre tenía autorizados 6 veladores y ahora colocará 3, separados entre sí dos metros, desinfectando sillas y mesas cada vez que se utilicen. Ángel tiene aún dudas con respecto al número de personas que se podrán sentar en cada mesa y confía en la responsabilidad de los clientes para que sean lo más precavidos posible. .

Su negocio, que funciona desde hace 26 años y del que él se hico cargo hace cinco tras un traspaso, mantendrá el horario habitual: de 8.00 a 12.00 horas, pero abrirá todos los días (antes cerraba los lunes) «para aprovechar». «Entiendo que hasta que la cosa vaya mejor y desaparezca la psicosis será difícil volver a lo de antes, pero yo soy optimista porque nuestra provincia es de las menos afectadas y el proceso puede ser más rápido». Ángel confía en que más pronto que tarde pueda volver a servir los 1.600 churros que despachaba antes de la pandemia cada domingo, el día de más ventas.