Resulta tan poco habitual utilizar juntas las palabras "cine" y "paraguayo" que casi podría pensarse que son antitéticas; que el cine hecho en Paraguay no existe. Y esa ha sido la realidad durante mucho tiempo --el país ha producido tan solo 20 títulos a lo largo de su historia--, pero puede que ya no lo sea. ¿El motivo? 7 cajas , que hace dos años se hizo con el premio Cine en Construcción del Festival de San Sebastián y que en los últimos meses ha triunfado en certámenes de medio mundo, amén de desbancar a Titanic como la película más taquillera de la historia en su país. Tras estar a punto de alzarse con un Goya, este trepidante thriller acaba de estrenarse en nuestro país.

Se trata del primer largometraje de Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori, que trabajan juntos desde hace 25 años haciendo televisión y publicidad. Hace casi 20, él pasó una noche grabando un programa de investigación en el Mercado 4, el lugar más emblemático de Paraguay --en el centro de Asunción--, y decidió que algún día rodaría allí una película. "Es un microcosmos avasallador. Allí se mezclan coreanos, árabes y paraguayos; sobreviven a la vez el más pobre y el más rico. Se me quedó grabado en el alma", explicaba en el Festival de Toronto.

Sacando petróleo de ese superpoblado y caótico laberinto de tenderetes y chabolas donde se ofrece desde frutas a ropa interior, Menaglia y Schémbori cuentan la historia de un joven carretillero que sueña con tener un teléfono móvil con cámara para convertirse en un actor famoso, y que un día cree ser capaz de hacer realidad su fantasía al recibir la propuesta de transportar siete cajas de contenido desconocido a cambio de 100 dólares. Mientras lo contempla huir, tanto de la policía como de un surtido de mafiosos, la película evoca por igual Ciudad de Dios , el cine de Tarantino y Slumdog Millionaire .

"El relato nació con una estructura hollywoodiense, y le añadimos los elementos autóctonos", indica Maneglia. "Aquí, las persecuciones no están protagonizadas por coches de lujo sino por carretillas". En otras palabras, 7 cajas sería una versión de A todo gas proletaria y, sobre todo, llena de humor. "Reírse en la desgracia es algo muy nuestro", sostiene Schémbori. "En mi país somos muy dados a hacer chistes en medio de un velatorio". Se rodó en tres idiomas.