La soprano Montserrat Caballé regresó anoche a un escenario, el del teatro romano de Mérida, que no pisaba hacía casi dos décadas. Y lo hizo a lo grande. Con un completo recital en el que repasó óperas francesas, románticas e italianas e incluso piezas de zarzuela española.

Caballé canto acompañada por su hija, la también soprano Montserrat Martí, por el tenor Albert Montserrat y con el pianista Manuel Bruguera. El fin, ofrecer un concierto que supuso el primer acto de la celebración del Año Jubilar Guadalupense.

La estrella internacional era una de las fijas en el Festival de Teatro Clásico de Mérida en los años 80. Tanto que en 1989 fue galardonada con la Medalla de Extremadura "por haber puesto su renombre y fama universal al servicio de los intereses generales de Extremadura". Apenas un año después, el 15 de julio de 1990, sufrió una desgraciada y famosa caída cuando estaba en la grada del anfiteatro viendo una obra del ballet Stanislavski de Moscú.

EL PROGRAMA DE ANOCHE Pero anoche Montserrat Caballé se quitó la espina volviendo a una escena muy familiar para ella y logró ganarse a un público entregado. En la primera parte interpretó obras italianas, como Angiol di Pace , de Bellini, Le Crepuscule de Donizetti, o E lucevan le stelle , de Tosca. La segunda fue para otros géneros como la zarzuela española y las óperas francesas y románticas. En este repertorio se incluyeron obras como Sí, torero quiero ser , de M. Penella, Subir, Subir , de Torroba, o Le chanson des yeux de Leoncavallo.

Antes de la actuación, Montserrat Martí se mostró "especialmente ilusionada" por un recital que le lleva a pisar un escenario que solo conocía como espectadora. El teatro romano de Mérida, dijo, es "un lugar muy especial" en el que los artistas se siente "muy pequeñitos".

Por otra parte, dejó claro que el hecho de que su madre no hubiese regresado a Mérida desde aquella fatídica caída de 1990 se debe, únicamente, "a que no se ha terciado".