Para el común de los lectores, adentrarse en un clásico de la literatura china puede parecer un esfuerzo tan ímprobo como escalar el Everest. A las dificultades imaginables, las oceánicas diferencias culturales, se unía hasta ahora la imposibilidad física de encontrar una traducción. Por raro que parezca, esta semana coincide la aparición de dos clásicos fundamentales de las letras chinas, la elegante y delicada Sueño en el Pabellón Rojo , de Cao Xuequin (Galaxia Gutenberg), y el Jin Ping Mei , una descarnada saga familiar cargada de sexo, corrupción y venganzas, inédita hasta hoy en castellano.

Para completar la coincidencia no habrá una sino dos versiones distintas del Jin Ping Mei . Destino la sirve a partir del cotejo de varias traducciones clásicas del francés, inglés y alemán bajo el título de Flor de Ciruelo en Vasito de Oro , mientras que la exquisita editorial de Jacobo Siruela, Atalanta, la presenta con su nombre original y coloca en portada el seudónimo bajo el que se esconde el desconocido autor de la obra, El erudito de las carcajadas . La apuesta de Atalanta incluye además los grabados en blanco y negro de la edición original del siglo XVIII y las magníficas ilustraciones a color de un álbum del siglo XIX, de contenido sexual mucho más explícito. Y, sustancial diferencia, ofrece la traducción íntegra, directamente del chino clásico, obra de la sinóloga y profesora de la Universidad de Granada Alicia Relinque. La obra en dos volúmenes, de la que ahora aparece el primero, se completará el año que viene.

El Jing Ping Mei , que apareció en China hacia 1617, tres años después de la segunda parte de El Quijote , es una novela de sátira política, un primitivo retrato de costumbres. Su gran fama de obra maldita y escandalosa procede de la explícita narración de las escenas sexuales.

"Los personajes del Jin Ping Mei son de baja estofa y las descripciones sexuales muy ordinarias", dice Alicia Relinque. Para la traductora, el sexo es una mera excusa para hablar de una corrupción generalizada, que históricamente tenía su paralelo con los abusos de poder de la dinastía Ming. "Lo que hace la obra es poner en solfa toda idea de moral, comercializando hasta el límite las relaciones humanas.".