Quizá fuera amor de la Academia de la Televisión de Estados Unidos por una última temporada que muchos han debatido. Tal vez, homenaje y reconocimiento ante toda una serie que en ocho temporadas ha hecho historia en el medio, evolucionando desde unos inicios de éxito modesto hasta acabar aglutinando al mundo frente a las pantallas y alcanzando estatus de fenómeno cultural, social y mediático. Lo único indudable es que, como se anticipaba, Juego de tronos conquistó en la 71 edición de los Emmy su cuarto galardón como mejor serie de drama.

Es un colofón de oro para la saga fantástica de HBO. Con la estatuilla obtenida en el teatro Microsoft de Los Ángeles por Peter Dinklage como actor de reparto, son 12 los Emmys que ha conseguido este año sumando los creativos, elevando su contador como serie dramática más premiada de la historia. Y aunque este domingo no haya arrasado como algunos creían que haría, es un logro, especialmente en una edición de los Emmys en la que los académicos han decidido dar muchas sorpresas. Bienvenidas en muchos casos, pero sorpresas.

Muchos pensaron, por ejemplo, que los Emmys ofrecerían una despedida similar a la de Juego de tronos pero en comedia a Veep y a Julia Louis-Dreyfus que, tras una pausa para tratarse cáncer de mama, con su séptima y última temporada optaba a hacer un pleno de siete estatuillas en siete candidaturas como actriz de comedia. O que repetiría éxito La maravillosa Sra. Maisel. Pero la comedia de HBO se fue de vacío y la de Amazon se tuvo que contentar con premios para sus dos intérpretes de reparto. Porque la noche fue, gloriosamente, de otra producción de Amazon, Fleabag, y de su creadora y protagonista, Phoebe Waller-Bridge.

La brillante segunda temporada de la serie británica, adaptada de un monólogo de Waller-Bridge, arrasó con los galardones de mejor comedia, actriz y guión, sumando también uno de dirección. Y aunque su creadora bromeara sobre el escenario diciendo que la lluvia de premios se estaba «volviendo ridícula», hacía tiempo ya que en los corrillos de la industria se especulaba con su coronación (el Emmy creativo al mejor reparto dio algunas pistas).

Si el triunfo de la actriz británica sobre Dreyfus se puede considerar una de las grandes sorpresas de la velada no fue la única. Jodie Comer dejó a su compañera de reparto Sandra Oh otra vez huérfana de Emmy (y van ocho intentos como actriz) al conseguir el Emmy como mejor protagonista de drama por Killing Eve (una serie que también ayudó a crear Waller-Bridge). Y Ozark, la producción de Netflix, se marchó con dos estatuillas.

En una gala sin maestro de ceremonias y con muchos altibajos en las bromas de los presentadores, o en algunas de las supuestas gracias preparadas por los realizadores para la cadena Fox, la auténtica fuerza de la noche estuvo en algunos de los premios y en varios de los discursos.

EL VALOR DE LA VERDAD /Cuando Chernobyl recogió el Emmy a mejor miniserie, uno de los tres de la velada, su productor mostró la esperanza de que «de alguna pequeña forma la gente haya recordado el valor de la verdad y el peligro de la mentira» con ese aplaudido trabajo de HBO. Y hubo también aplausos y emoción cuando el joven Jharrel Jerome recogió la estatuilla como mejor actor de miniserie por Así nos ven. En el patio de butacas estaban los protagonistas reales de la tremenda historia de injusticia racial narrada por Ava DuVernay para Netflix. Y cuando Jerome dedicó el premio a «los cinco exonerados», ellos alzaron el puño, y los presentes les rindieron un sonoro homenaje.

El público también se puso en pie cuando Billy Porter recibió por Pose el Emmy a mejor actor de drama, haciendo historia al ser el primer negro abiertamente homosexual premiado en la categoría. Y aplaudieron a rabiar su intervención, en la que citó al autor e intelectual gay negro James Baldwin para decir «hicieron falta muchos años vomitando toda la basura que me habían enseñado sobre mí mismo, y que medio creí, antes de que pudiera caminar en esta tierra como si tuviera estar derecho a estar aquí. Tengo el derecho. Vosotros tenéis el derecho. Todos tenemos el derecho», dijo en actor durante su discurso.

Tampoco Patricia Arquette, premiada por su trabajo de reparto en The act, dio las gracias por «estar recibiendo los mejores papeles a los 50», sino que alzó la voz para demandar «el fin de la persecución de las personas transgénero», recordando emocionada a su fallecida hermana Alexis.

Pero si un discurso corría ya como la pólvora mientras seguía la gala fue el de Michelle Williams, reconocida como mejor actriz de miniserie por su trabajo en Fosse / Verdon. Y es que su intervención fue un alegato por la igualdad salarial pero también por más. «La próxima vez que una mujer, y especialmente una mujer de color porque gana 52 centavos por cada dólar que cobra por el mismo trabajo un hombre blanco, te diga lo que necesita para hacer su trabajo, escúchala, cree en ella, porque un día puede estar frente a ti y agradecerte que le permitieras triunfar por su ambiente en el lugar de trabajo y no a pesar de él».

El palmarés de los Emmys incluyó también la consolidación de varios éxitos, desde el trabajo de Bill Hader como protagonista de la comedia negra Barry hasta el mejor programa de variedades para Last week with John Oliver. A los creadores de Saturday night live no les deben de quedar estanterías para poner estatuillas pero desde este domingo tienen dos más.

DOMINIO DE HBO / En términos globales, HBO consiguió mantener su dominio. Si el año pasado empató con Netflix en estatuillas, este ha vuelto a distanciarse, con un total de 34 Emmys (incluyendo uno por guion de Succession) frente a los 27 de la plataforma de streaming. Pero Amazon ha sumado otras 15. La lucha por el trono entra en una nueva fase. Y el año que viene el canal de cable no tendrá, ya, dragones.