María de los Ángeles Rozalén Ortuño (Albacete, 12 de junio de 1986), conocida artísticamente como Rozalén, es una cantautora y compositora española. Acaba de terminar su cuarto trabajo de estudio y lo dará a conocer el próximo sábado en Mérida, en el marco del Stone&Music Festival, y durante su debut sobre la arena del teatro romano. La albaceteña es una importante activista social, que defiende a través de su música los derechos de las minorías y comunidades más desfavorecidas. Siempre va acompañada en el escenario por Beatriz Romero, intérprete de lengua de signos.

-¿Qué significa tocar en Mérida?

-Es como si se alineasen los planetas, como si la pandemia me trajese este regalo. Durante varias entrevistas que me hicieron en el confinamiento me preguntaban que dónde me gustaría tocar alguna vez. Aunque nunca he deseado tocar en algún sitio especial por grandeza o historia, como Nueva York o algo así, siempre decía que había un sitio que cuando veía tocar a otros artistas me preguntaba cuándo me tocaría a mí, y ese sitio es el Teatro Romano de Mérida. Cuando me llamaron y me dijeron que tocábamos ahí no me lo podía creer. Es verdad que debe ser que cuando uno desea mucho las cosas, al final ocurren.

-Tras la situación en la que estábamos, ¿confiaba en poder volver a ofrecer conciertos este año?

-Sí que hice conciertos con mi guitarra para apoyar a asociaciones en Madrid, pero tomamos la decisión que si hacíamos concierto debíamos estar todo el equipo o no hacerlo, y eso es más complicado. Los aforos y el caché es diferente, pero a mí lo que me preocupa es mi equipo, son muchas familias y solo haremos los conciertos en los que nos dejen estar a todos.

-¿Qué respuesta espera del público de Mérida?

-Los lugares los hace la gente. El teatro romano puede ser de los escenarios más bonitos del país y eso es genial, pero siempre digo, y no es peloteo, que el descubrimiento en cuanto a público por toda España está en la gente de Extremadura. Estoy enamoradísima de Extremadura. La gente desconoce los paisajes que hay en Extremadura, además de que se come de maravilla. La gente no puede ser más ‘bonica’ y tocar en sitios donde te responden con tanto cariño es un plus. Estoy súper encantada de verdad, tocar en Mérida es cumplir un sueño.

-¿Qué va a proponer a los asistentes al concierto?

-El concierto será lo que teníamos planteado antes de esta situación que vivimos, pero como el disco nuevo sale después del verano va a ser una mezcla de lo que ya salió y de lo que llegará. Habrá canciones que se tocarán en directo por primera vez en este concierto. Llevar casi un año sin hacer conciertos es duro y se disfrutará mucho.

-El teatro romano es un escenario donde puedes impregnarte de todos los gestos del público…

-Estoy acostumbrada a sitios pequeños. Estuve muchos años tocando en bares y aunque es cierto que gusta mucho cantar ante miles de personas, cuando ves las caras y los gestos, todo es como mucho más íntimo. A mí me da bastante vergüenza, pero se crea un vínculo muy guapo porque se ven las emociones y contagia. Yo soy muy sensible y si estoy emocionada y veo a alguien llorando es la gota que colma el vaso para acabar llorando yo también, por lo que la conexión es bestial.

-¿Qué puede contar de su último trabajo de estudio?

-En cuanto a música, letras y producción hemos dado muchos pasos adelante. Sigue la línea de que cada canción es de su padre y de su madre, en este disco hay canciones más desnudas, hay folk, rock, hay de todo. La gente va a flipar, como lo estoy yo, y súper orgullosa también por ello. A las letras le di más vueltas que nunca porque esta vez tuve mucho más tiempo para escribir, lo que no tuve nunca. La temática es muy variada, de amor hay bastante poco, pero al estar en tantas formas... Sí que hay mucho auto cuidado, hay mucha mirada al exterior, pero partiendo desde el interior del individuo. También hay mucha filosofía, creo que va a ser un disco que va a poner a la gente a reflexionar sobre uno mismo.

-Beatriz Romero y usted son prácticamente uña y carne. El impulso y apoyo a la inclusión de las personas con problemas auditivos debe ser gratificante, ¿no?

-Claro, además son cosas que vas dándote cuenta según va pasando el tiempo, porque colocar a Beatriz a mi lado fue casi una casualidad. Nos hicimos fans mutuas y dije: si tengo en mis canciones un discurso de inclusión y de igualdad, hay que hacer más que decir. No es solo pensar en las personas sordas, porque tenemos muchas cosas aún que mejorar. Colocar a una intérprete a tu lado ya le hace pensar a la gente vidente que bueno, hay una lengua diferente porque hay otros colectivos que viven otra realidad. Es lo que intentamos hacer, normalizar, que nadie señale a nadie por sus diferentes capacidades. Es muy bonito que a los conciertos venga gente de todo tipo y que aplauda de las dos maneras sin darle importancia a ello.

-¿Siente que Beatriz le roba protagonismo en los conciertos?

-No me importa. Compartiendo protagonismo yo gano más de lo que pierda. Cuando me falta Beatriz es como si me faltase algo. Me gusta que la miren a ella porque a mí me escuchan, por lo que es un tándem que suma. Tenemos que dejar de mirarnos el ombligo, además, ya salgo en muchos carteles, va mi nombre y mis canciones. Llevo mucho protagonismo y compartirlo con ella a mi me quita presión, estoy más cómoda, porque creo que canto mejor y estamos ofreciendo un espectáculo para varios sentidos. Me encanta que me digan que son más fans de Beatriz que de mí, porque así también vienen a los conciertos. Me hace muy feliz la verdad.

-¿Pueden esperar alguna sorpresa los espectadores de Mérida?

-Siempre ocurren cosas que nadie se espera, ni siquiera yo. Nos dejamos llevar mucho por la improvisación, por lo que animo a la gente que venga preparada con clínex y con ganas de reír, que de eso hay mucho en nuestros conciertos. Es un sube y baja de emociones constante. Me tomo cada concierto como si fuese el último porque nunca sabes lo que puede pasar, y menos en las circunstancias en las que estamos, por lo tanto lo doy todo y nos dejamos llevar.