El episodio final de la primera temporada de The mandalorian se abre con una escena en la que dos stormtroopers se dedican a... pasar el rato. Ni siquiera son soldados importantes, solo un par de mindundis que charlan sobre los sinsabores de su trabajo. Y esos tres minutos de cháchara son el tipo de lujo que ninguna de las más recientes películas de Star wars osó permitirse. A diferencia de la reciente El ascenso de Skywalker (2019), que durante dos horas y media de metraje no paraba ni para tomar aire, la nueva serie permite a los fans tomarse su tiempo para pasear sin prisas de un planeta a otro. Y, en el proceso, ofrece un vistazo de lo que podría ser el futuro de la saga.

Después de todo, la estrategia seguida hasta ahora por Disney respecto a ella no ha satisfecho a nadie. Las cinco películas estrenadas desde el 2015 han generado una sensación de fatiga que ha hecho mella en la taquilla, y también han desatado las iras de buena parte de los fans. Tras su estreno en Estados Unidos en noviembre, en cambio, The mandalorian los hizo aplaudir a casi todos, y se erigió en un fenómeno pop gracias a su omnipresencia de Twitter y a todos esos gifs de Baby Yoda. Es cierto que lo ha tenido más fácil. No se le pidió que recaudara mil millones de dólares, ni que funcionara como cierre de una trilogía de trilogías, ni que soportara el peso de las comparaciones con las tres películas originales. Su creador, Jon Favreau, ha gozado de libertad para sorprender al espectador.

A diferencia de los spin-offs Rogue One (2016) y Han Solo (2018), que también transcurrían en él pero ajenos al misticismo Jedi, The mandalorian no se esfuerza por explicitar sus conexiones con la trilogía original; sus principales referentes están menos en la ciencia ficción que en el wéstern. Su protagonista se inspira en el icónico vaquero sin nombre al que Clint Eastwood encarnó para Sergio Leone, y su estructura reproduce las de viejas series del Oeste como Maverick o Látigo-protagonizada por Eastwood-, exponentes de una época en la que la ficción televisiva no aspiraba a la complejidad ni al prestigio. Reproducir esa simplicidad narrativa ha permitido a Favreau centrarse en desarrollar personajes fascinantes y visitar escenarios de Star wars que el cine no llegó a explorar.

¿Significa su éxito que el hábitat natural de la saga es la televisión? No olvidemos que George Lucas, su creador, ya pensó en la posibilidad de una teleserie en 1978; y en el 2005 llegó a escribir 50 episodios de una ficción titulada Underworld, concebida como una versión espacial de El Padrino, que nunca llegó a producirse. Pese a ello, los dominios el universo Star wars son mucho más vastos en el ámbito de la pequeña pantalla que en el de la grande: The clone wars acaba de estrenar su séptima temporada , Star wars Rebels se prolongó durante cuatro y Star wars: Resistance va por la tercera.

Dos años sin película

Este año no habrá película de Star wars, y tampoco el próximo. Se anunciaron estrenos en cines para el 2022, 2024 y 2026, pero no se sabe más acerca de ellos. Mientras tanto, en un futuro más inmediato -aunque, a causa de la pandemia de coronavirus, no tanto- llegarán a Disney+ la segunda temporada de The mandalorian y sendas series centradas en Obi Wan-Kenobi y Cassian Andor, y hasta un concurso presentado por el actor Ahmed Best, que dio vida a Jar-Jar Binks. Y eso es solo el principio. Disney necesita encontrar en algún sitio contenidos que ofrecer en streaming y, ¿existe uno más lleno de mundos, culturas, especies alienígenas y conflictos políticos inexplorados que la más famosa de las galaxias muy, muy lejanas?