Hace ya seis años, George R. R. Martin dejó con la miel en los labios a los seguidores de las intrigas fantástico-feudales que se desarrollan en su serie de novelas Canción de hielo y fuego . La cuarta de las entregas, Festín de cuervos , acababa sin que dieran en ella señales de vida la mitad de los muchísimos personajes principales de la saga. En el epílogo, el autor tranquilizaba a los lectores: el libro se le había ido tanto de las manos que la mitad de la trama aparecería en el 2006, con el título de A dance with dragons . Y desde entonces llevan esperándolo. Hasta ayer: la quinta entrega de esa novela río por entregas que empezó con Juego de tronos y que suma más de 4.000 páginas llegó a las librerías de EEUU y el Reino Unido. Y a lo grande: para empezar, una primera edición de 750.000 ejemplares.

Sospechosamente, la publicación de A dance with dragons se ha retrasado hasta coincidir con el clímax del éxito de la adaptación televisiva de Juego de tronos , que ha hecho saltar la popularidad del escritor al público general, más allá del círculo de los aficionados a la fantasía épica. Tras este empujón, los cuatros primeros libros han alcanzado ya los 8,5 millones de ejemplares vendidos. De ellos, 300.000 en castellano. Gigamesh, su editorial en España, aún no ha puesto fecha a la traducción del último título. En A dance with dragons reaparecen el maquiavélico enano Tyrion, la reina de los dragones Daenerys y el bastardo John Snow, algunos protagonistas del la lucha --a medio camino entre El Padrino , Ricardo III y El señor de los anillos -- entre siete dinastías por hacerse por el control de un continente amenazado por misteriosos seres del norte helado.

Martin, que empezó ayer la gira de promoción en Boston, ha dado pistas sobré qué podrán leer ahora y en el futuro. Su plan inicial preveía un sexto libro y un séptimo que cerraría la historia, pero no descarta en una entrevista en The Atlantic que acabe escribiendo el octavo. Aunque eso sí, el difícil reto de este antiguo guionista televisivo y continuador de J. R. R. Tolkien es lograr un final que mejore el de Lost (del que renegó con Damon Lindelof).