El ritmo pausado con el que lee sobre la represión, el miedo, la soledad o la muerte es solo un símbolo más de la fortaleza de la menuda Herta Müller. En su discurso previo a la entrega, el próximo jueves, del Premio Nobel de Literatura, la escritora recordó ayer en Estocolmo a las víctimas de todas las dictaduras, a través de su historia y la de su familia. La alemana, de origen rumano, sufrió la represión del régimen de Ceaucescu y fue educada en el seno de una familia en la que la generación anterior vivió fascinada por el nazismo, incluido su padre, de las SS.

INICIO CON UN RECUERDO "¿Tienes un pañuelo?, me preguntaba mi madre cada mañana en la puerta de casa". Así comenzaba ayer Müller su discurso, que puede leerse íntegramente en español en la web www.sevenskaadademien.se. El pañuelo --como símbolo del amor materno-- sirve a la escritora como hilo conductor de situaciones dispares, un colaje de experiencias humanas marcadas por las dictaduras del siglo XX. Empezando por la suya, cuando trabajaba como traductora en una fábrica. "En el transcurso de una semana entró tres veces en mi oficina (-) un hombre gigantesco, de huesos sólidos, con ojos azules centelleantes, un coloso del Servicio Secreto". Así relata Müller su primera visión del miembro de la Securitate que buscaba una colaboración a la que ella se negó: "Con la cartera bajo el brazo dijo en voz queda: esto lo pagarás muy caro. Te ahogaremos en el río. Como hablando conmigo misma dije: si firmo eso ya no podré vivir conmigo y tendría que hacerlo yo. Mejor háganlo ustedes".

FAMILIA NAZI "con un pañuelo termina también otra historia", hila Herta Müller. La tercera historia de su texto es la de su tío Matz, que emplea como crítica al nazismo: "Ladraba consignas antisemitas, era inalcanzable como un débil mental". Y al final, Müller vuelve sobre la idea del pañuelo. Primero, como símbolo del amor materno que querría ofrecer a todos los que "todos los días son despojados de sus dignidad". Para cerrar, como reflexión sobre la naturaleza humana: "Puede ser que, desde siempre, la pregunta por el pañuelo no se refiera al pañuelo, sino a la extrema soledad del ser humano".