Elegido Nuevo talento FNAC en 2004 y ganador del Premio Ojo Crítico (galardón que concede RNE) por Ninguna necesidad en 2006, Julián Rodríguez (Ceclavín, 1968) falleció ayer a los 50 años tras sufrir un infarto en su casa en un pueblo de la sierra de Segovia, dejando tras de sí una destacada y dilatada carrera literaria, tanto por su faceta de escritor como por la de editor.

Fundador, junto con Paca Flores, en el 2006, de Editorial Periférica, se unió a otras seis en 2008 (Libros del Asteroide, Barataria, Global Rhythm, Impedimenta, Nórdica y Sexto Piso) en el proyecto Contexto, que ese mismo año recibió el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural, concedido por el Ministerio de Cultura, y en el que él ejercía de director literario. Cuando recibieron el premio explicó que este reconocimiento se da «a una forma de editar, que ha encontrado el respaldo de las librerías, de la crítica, de los medios de comunicación y de los lectores».

Descubrir a los autores olvidados, darles voz a los que pasaron desapercibidos, y apostar por los nuevos, no importa el género literario, ya sea los que escriben en otras lenguas (Thomas Wolfe, Gianni Celati, Sacha Guitry), como los que lo hacen en español, sobre todo en Latinoamérica (Maximiliano Barrientos, Rita Indiana, Yuri Indiana) y en España (Carlos Pardo, Vicente Valero, Ramón Reboiras, Valentín Roma), era su misión y vocación en Periférica.

Vocación también era la de escribir. Empezó en el año 2000, con un libro de poemas Nevada y al año siguiente publicó en Debate su primera novela, Lo improbable, con el amor como tema vehicular, y le siguieron otras tres, más cortas, que recogió en La sombra y la penumbra, para entrar a continuación en un ciclo más personal, que empezó con Unas vacaciones baratas en la miseria de los demás (Caballo de Troya), con la que buscaba «un lenguaje austerio, muy contenido», explicaba en una entrevista en El País. Con Cultivos, publicada en 2008, abrió una segunda entrega de un ciclo autobiográfico, en el que se propuso acercarse a la verdad de lo más próximo: su familia, amigos y su gente. En esta obra mezcló el pasado con el presente para reivindicar sus orígenes como hijo de campesinos extremeños, y su proceso de formación y aprendizaje con múltiples autores y gracias a sus viajes.

Otra faceta en la que destacó el hermano del poeta Javier Rodríguez Marcos, fue en la de director de la revista de arte y estética Sub rosa, que fundó en los 90 y en la de galerista, abriendo en 2010 en Cáceres, donde residía entonces, la galería de arte Casa Sin Fin, y un año más tarde una sucursal en Madrid, cerca del Reina Sofía, pero por problemas de salud se vio obligado a cerrar ambas en 2018. En las dos aglutinó a su alrededor la obra de destacados fotógrafos y creadores visuales.

Muchos son los que ayer lamentaron el vacío que deja Julián Rodríguez, ese hombre con aspecto de ser muy serio y que siempre vestía de negro, en el mundo de las letras y las artes. Una de las primeras reacciones fue de la Junta de Extremadura, que, en un comunicado, lo definió como «una de las personalidades más destacadas del mundo de la cultura regional, por su trabajo en diferentes ámbitos como la literatura, la poesía, el ensayo, la edición y las artes plásticas», señalando que fue comisario de exposiciones de arte contemporáneo, entre las que destacó Todas las palabras para decir roca. Naturaleza y conflicto, en la que presentó piezas de la Colección Helga de Alvear (el museo está en Cáceres) relacionadas con la visión de la naturaleza y en la que utilizó como hilo conductor el verso del poeta Gary Snyder, que daba título a la muestra.

COMISARIO DE EXPOSICIONES / Recientemente, se encargó del comisariado de las dos exposiciones sobre el poeta visual extremeño José Antonio Cáceres, que programó el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (Meiac) bajo el título Corriente alterna y Unidad del mundo.

En los últimos meses, trabajaba también en la recuperación de la figura de José Antonio Cáceres con la reedición de su obra Corriente alterna y la publicación de una novela visual de este autor.

Julián Rodríguez llevaba también un tiempo escribiendo unas notas que iba volcando con regularidad en una red social, un poco a la manera de un diario, la última fue este jueves. Ahora le toca a los que lo quisieron y admiraron escribirle una nota, la de despedida.