Una novela, El legado de la pérdida (Salamandra), segundo trabajo de la escritora india Kiran Desai (Chandigarh, 1971), hija de la también novelista Anita Desai, le ha valido a su autora el Premio Man Booker del pasado año y la entrada triunfal al selecto grupo de los angloexóticos que tantas alegrías ha dado a la literatura británica. Para darle más complejidad al tema de la identidad y desarraigo, Desai reside en Nueva York.

--Hace unos años su madre presentaba en Barcelona Ayuno, festín . La tesis de aquella obra es que Oriente y Occidente jamás se han comprendido, algo no muy distinto a lo que usted explica en su novela.

--Es verdad, pero en la actualidad está todo más mezclado. Porque Occidente se ha convertido en parte de Oriente. Ahora el enfrentamiento no es entre lo exterior y lo interior, más bien está dentro de nuestras propias fronteras

--¿Por eso usted escribe en inglés? ¿Es una toma de posición respecto a su identidad?

--Eso no ha sido una elección. Me crié en hindi y en inglés. Pero el inglés es el único idioma en el que puedo escribir porque mi formación y mis lecturas dependen de él.

--A los 14 años se fue con su madre a Londres y dejó a su padre enIndia. ¿Esa disyuntiva marcó su destino como escritora?

--Esta novela no hubiera podido escribirla sin haberme criado en la India, pero tampoco hubiera podido hacerlo sin haberla abandonado.

--Y dejó allí a su padre.

--Me gusta que me pregunten por él. Casi nadie lo hace. Es un hombre de negocios que ya está jubilado y que acaba de escribir un libro de no ficción. La relación con mi padre ha sido siempre muy importante para mí porque me ha permitido mantener mi relación con la India.

3--Escribir sobre la India desde la diáspora ha levantado ampollas en su país natal .

--Es inevitable. Pero no solo por eso. Escoger un idioma, cualquiera de los 30 que se hablan en la India además del inglés, ya es un motivo para que te critiquen todos los que se han quedado fuera. Al margen de ello, para una literatura es muy sano tener todos los puntos de vista y no circunscribirse a uno.

--Pero eso no fue comprendido por los gurkah de la India que no se gustaron en el retrato que usted hace de ellos.

--Los problemas empezaron cuando, un año después de la publicación del libro, cuando gané el Booker, una revista famosa por buscar la controversia publicó un artículo sobre él. Entonces empezaron las manifestaciones. Dijeron que iban a quemar mi libro público y acosaron a la única pariente que tengo en aquella zona, que se vio obligada a desvincularse públicamente de mí.

--Son los problemas que derivan de confundir la literatura con la vida.

--Yo hablaba de una o dos personas concretas. Dos personajes de ficción que en modo alguno son los representantes de ningún colectivo. La literatura debe romper las nociones de bandera o identidad nacional.

--¿Que su madre haya sido nominada en tres ocasiones al Booker sin haberlo alcanzado y usted lo logre a la primera, no ha levantado barreras entre ambas?

--En absoluto, esto no es una carrera de obstáculos. Mi madre se siente muy feliz.

--¿La relación madre e hija es menos competitiva que la de padre e hijo?

--Yo estoy muy vinculada a la obra de mi madre porque es como ver mi propia historia en un espejo. Mi madre me ha enseñado a ser sincera sin necesidad de echar mano de la sentimentalidad. Y gracias a ella creo que lo he conseguido.