Con su novela breve Sukkwan Island , David Vann (Alaska, 1966) asestó un puñetazo a traición en la confiada sensibilidad del lector. En el fondo de su guante de boxeo literario se escondía el suicidio real de su padre. Ahora, otro suceso de sangre en su círculo familiar, el asesinato-suicidio de los padres de su madrastra, está en la base de Caribou Island (Mondadori), su última novela. Ese drama contrasta con las risas con las que habla sin tapujos de una vida, la suya, en sombras.

--Sorprende que alguien de apariencia saludable y feliz como usted haya escrito esas novelas tan terribles.

--Es que soy muy feliz, de verdad. Durante una década no conseguí publicar La leyenda del suicidio , el libro en el que se recoge Sukkwan Island , y en los últimos dos años he cosechado un gran éxito en Estados Unidos, refrendado después en Francia y en España.

--¿Es necesario que el lector sepa que los hechos sangrientos que se relatan fueron reales? --Partiendo de la base de que todo lo que se lee en la novela es ficción, creo que la escritura está vinculada directamente con el inconsciente. Por eso me interesaba que el lector experimentase lo mismo que yo experimenté en su elaboración. No sé si ese planteamiento es correcto, pero estoy convencido de que el lector no puede sentir nada que el autor no haya sentido previamente.

--¿De qué manera reaccionó su entorno familiar frente a estas historias íntimas aireadas en los libros?

--Mi madre me ha apoyado muchísimo, básicamente porque siempre he escrito sobre la familia de mi padre (ríe). Tener un escritor es lo peor que le puede pasar a una familia, porque tú nunca eliges; el tema es el tema el que te elige a ti.

--¿Sus libros han ayudado, en cierta forma, a que su familia se reconciliara con el pasado?

--A unos miembros sí y a otros no. Cuando se publicó Sukkwan Island , mi abuelo paterno me dijo: "Creo que no has respetado a tu padre, deberías haber sido más cristiano". No entendió nada. Pero por el contrario, ayudó mucho a mis hermanas. En mi familia, en un sentido amplio, contando a los parientes de mi madrastra, sumamos cinco suicidios y un asesinato.

--¿Sin la escritura usted hubiera tomado otro camino?

--Escribir sobre mi pasado provocó que el insconsciente transformara en algo agradable y eficaz lo que en realidad había sido terrible. Es una forma de redención. Sí. La literatura salvó mi vida.