Como dice Enrique de Hériz, a Juan Marsé le ocurre como a Joseph Conrad: demasiados autores mencionan su influencia, demasiado a menudo como forzado baño de prestigio. Hay excepciones, sin embargo. Junto a la del desaparecido Francisco Casavella, su gran heredero, la del barcelonés Carlos Peramo (Barcelona, 1967) es quizá la más señera. Su formación autodidacta, sus protagonistas obreros, su lucha generacional y sus aventis en ese territorio forjado a partir del Sant Feliu de Llobregat de los años 80 brotaron sin toda la atención que merecían en su excelente primera novela, Me refiero a los Játac , II Premio Bruguera, que llegó tras los obsesivos relatos de Vecinos . Tres años después, y tras diversas obras juveniles, Peramo regresa al mismo imaginario, guiños incluidos, con Media vuelta de vida , una sólida narración que, a caballo entre Marsé y obras como El verdugo de Berlanga, ofrece una memorable historia de aprendizaje sobre la muerte y las vidas pequeñas.

La novela, turbia pero redentora, crítica en lo social y a la vez íntima y lúcida en su primera persona, relata la desasosegante relación entre Angel, un joven que trabaja en un ladrillar, y un cincuentón marginado que oculta su terrible experiencia como verdugo en el franquismo. Junto a temas como la paternidad, la pareja, la lealtad, el desarraigo, la ignorancia y el peso del pasado, desarrollados con estremecedora sensibilidad, Media vuelta de vida aborda la obsesión de Angel por la muerte, encarnada en el oficio secreto del ejecutor de sentencias Tancredo Linares. Explorada hasta sus últimas consecuencias, esa oscura atracción por el óbito, por los detalles del garrote vil y el modo de ultimar al reo, se transforma en manos de Peramo en una estimulante investigación sobre el sentido de la vida, sobre la barojiana lucha por algo más que la supervivencia y los sacrificios, letales, que ello implica en la clase trabajadora. Documentada, repleta de símbolos, de diálogos que recrean el habla andaluza y de cuidados detalles de época, he aquí una obra que, hablando de la muerte, retrata como pocas qué es la vida. Con su ángel y su verdugo, sus sueños y condenas, la nueva obra de Peramo es una valiente y necesaria novela sobre cómo, cuánto y por qué puede inspirar el expirar.