El cantante puertorriqueño Luis Fonsi (San Juan, 1978) sigue imbatible en las listas de éxitos musicales con cada single que saca. Tras Despacito y Échame la culpa, ahora llega el turno de Calypso, una canción de ritmos tropicales dispuesta a convertirse en uno de los hits veraniegos. Después de un año de gira por todo el mundo, recala en Barcelona, donde hoy actúa en el Gran Teatre del Liceu en el marco del Suite Festival.

--Ha sacado tres sencillos consecutivos pero su último disco de estudio se remonta al 2014. ¿Sigue siendo necesario el concepto de disco dentro de la industria?

--Bueno, yo soy un artista que sigue disfrutando mucho de eso, sobre todo porque mi música es muy variada, hay baladas, hay temas rítmicos, hay otros más románticos, y me gusta ofrecer todas mis facetas. Un disco me da esa oportunidad, igual que ocurre en mis conciertos, que son un auténtico sube y baja. Pero es cierto que hoy en día los discos han pasado a un segundo plano, lo que priman son las canciones. El panorama ha cambiado totalmente en ese sentido. Por eso queremos tener canciones importantes de salida. Lo ideal sería sacar un disco lleno de canciones que el público ya conociera. Y eso va a pasar, espero que para finales de año.

--En estos momentos parece apostar por ritmos más marchosos.

--Creo que la temporada lo pedía. El mundo lo está pidiendo, la gente necesita ritmo. A nivel internacional se asocia la música latina con eso. Gracias a Dios se nos han abierto muchas puertas y es un buen momento para seguir ofreciendo canciones que sigan conquistando mercados tan lejanos como el asiático.

--Háblenos de ‘Calypso’.

--Calypso reúne un montón de influencias isleñas y caribeñas, porque cuando yo pienso en tropical, quizá por la manera en la que estoy programado, pienso en salsa, en merengue… y en este caso tiene todo eso, pero sobre todo entronca con los ritmos de Jamaica, de Trinidad y Tobago, de las Bahamas, un poco de reggae mezclado con funky. En realidad, la mayor parte de esos sonidos vienen de África y esa herencia también procede de la coautora de la canción, Stefflon Don. Es un mejunje de todo lo que escucho últimamente y creo que al final de eso se construye el género pop. El pop es popular, busca y absorbe de todos los lados. Es una paella de colores y ritmos distintos.

--Aunque, al final, supongo que lo importante es que la canción también ea pegadiza.

--Efectivamente. Todo lo que he dicho antes, no importa. A la gente o le gusta o no le gusta una canción. Da igual que nos pongamos a analizar la música y ponerle una etiqueta. Yo lo que quiero es que la gente se identifique, y cada canción tiene un propósito diferente, ya sea para enamorarse, para ayudar a pasar un mal momento… Calypso sirve para levantarse de la silla y ponerse a bailar inmediatamente. Es un propósito muy simple, lo sé, pero a veces la música no tiene que tener mayores pretensiones. Su letra no va a ganar un premio de poesía. Y eso que a mí me encanta escribir buenas canciones. Pero aquí quería trasmitir buen rollo puro y duro.

--Sus dos últimas canciones las ha cantado con mujeres, Échame la culpa con Demi Lovato y Calypso con Stefflon Don.

--Yo siempre he colaborado mucho con mujeres, ya era así antes del movimiento #MeToo y lo es también ahora. Me gusta porque tienen una sensibilidad de la que yo carezco. Muchas de mis composiciones hablan de amor, y lo ideal es contar con ambas perspectivas. Pero cuando se trata de duetos siempre busco lo mejor para cada una de las piezas. En el caso de Despacito, me pedía la credibilidad del mejor de los artistas urbanos, esa agresividad del reggaetón que desprende Daddy Yankee, ese fuego y esa energía que yo no tengo, porque tengo una voz más melódica. Échame la culpa es una canción que habla de ruptura, pero de forma festiva, sin dramas ni lágrimas, por eso quería a una voz femenina fuerte y potente, y por eso elegí a Demi Lovato. Y considero que Stefflon Don, que es de procedencia jamaicana, es perfecta para este rollo más playero.

--Hoy lo veremos por fin actuando en Barcelona, en el Liceu. ¿Difiere este show del que ofreció hace un año en el Festival de Cap Roig?

--Pues ha cambiado bastante, aunque se trate de la misma gira. A mí me gusta afrontar nuevos retos constantemente, ver qué funciona y qué no, perfeccionar las canciones. Por eso hemos cambiado muchos arreglos, variados algunas composiciones, incluido unas y quitado otras. El look del concierto, por así decirlo, también es diferente: la estética, la programación de las luces, el vestuario, las coreografías... Así que el público va a ver una evolución muy marcada.

--Participó en un concierto con los integrantes de la última edición de Operación Triunfo. ¿Le parece que los talent shows son importantes para la creación de nuevos artistas?

--Yo estoy muy a favor. Creo que fomentan que la gente joven escuche música, se interese por ella. Además, considero que tanto Operación Triunfo como La voz son formatos muy positivos. No hay ganadores ni perdedores, todos tienen su oportunidad. Es una excelente plataforma. Y, después, si reciben la respuesta del público y consiguen llenar un estadio como el del Santiago Bernabéu… pocos artistas son capaces de algo así. Es bueno para la música.

--El año pasado hablábamos del choque que le produjo la llegada de Donald Trump al poder. ¿Se ha acostumbrado?

--Intento no pensar en política porque es frustrante. Especialmente cuando veo lo que está ocurriendo ahora con la crisis de los deportados, separando a los niños de sus familias. Eso es una atrocidad. Es un tema demasiado oscuro. Yo no estoy de acuerdo con la manera en la que el presidente está tomando estas decisiones. Para mí no es cuestión de ideología, un presidente tiene que ser un líder, unir al pueblo, debe inspirar y hacer que la gente de pasos firmes hacia adelante, y con Trump pasa todo lo contrario. Yo siento mucha división, mucho egoísmo, mucho racismo, y me preocupa como latino que soy.