Muchas generaciones de españoles aprendieron lengua con él. Sus libros de la editorial Anaya enseñaron a los que estudiaron el bachillerato en los 50, el BUP en los 70 y la ESO en los últimos años. Aquellos primeros libros azulones y cuadrados contenían un sinfín de Ejercicios individuales y colectivos. Sólo después de resolverlos, con lápiz y mucha goma, se podía mejorar el vocabulario y aplicar con propiedad adjetivos como sutil, leve, liviano, tenue y etéreo.