Ratna es mujer, pobre y viuda, tres estigmas que la convierten en invisible dentro de la sociedad india. Además, procede del entorno rural y trabaja como sirvienta para una joven urbanita de clase acomodada que acaba de anular su boda y se replantea su mundo. Ella también tiene sus sueños, quiere ser modista y valerse por sí misma a través de un empleo que no la condene a la sumisión. Pero las cosas no resultan tan sencillas en un mundo hecho para los hombres donde parece que alcanzar la independencia no sea una opción.

De esas cuestiones habla Señor (en Zaragoza, en los cines Aragonia), el primer largometraje de ficción de Rohera Gera, cineasta india que se centra en la mirada femenina para contar el conflicto de clases a través de las relaciones afectivas.«La India es un país muy patriarcal y clasista, muy de castas y extremamente racista. La gente tiene tendencia a aferrarse a las cosas como son, les da miedo que haya cualquier tipo de cambio, fluidez, transformación», cuenta.

La película surge de un propio sentimiento de culpa. La familia de Rohera Gera tenía ayuda doméstica y ella fue consciente desde pequeña de que no se le pagaba como era debido. Así que a lo largo de los años intentó dar salida a esta frustración. Lo que sí tuvo claro, es que no quería hacer nada sórdido, sino plantear estas cuestiones a través de una historia de amor que tratara los sentimientos con igualdad.

«Labor de educación»

«Al final, se trata de una labor de educación. Puede existir el esnobismo por muchos motivos, pero no sé muy bien por qué parece que nos estemos juzgando los unos a los otros de forma constante. Son las macroestructuras políticas y sociales las que se encargan de perpetuar las brechas entre las personas y las que nos oprimen, y todos deberíamos poner de nuestra parte para liberarnos de las ataduras».

Señor es una película poco convencional, no solo por que está dirigida por una mujer, y porque en India no sean hoy muchas las directoras en activo. También por el hecho de que la industria de Bollywood no suele dar cabida a propuestas intimistas, pequeñas e independientes. Tampoco a las de claro signo femenino.

«Comparado con Europa, en India existe un apoyo nulo a la cultura, ya que no se considera una actividad digna. Se ve puramente en términos de negocio. Si trabajas con presupuestos pequeños, sin estrellas, estás perdido». La directora hace referencia a las nuevas plataformas, aunque cuenta que Netflix o HBO no están tan asentadas allí y que son las autóctonas, como HotStar, las que triunfan. «En cualquier caso, apuestan por los grandes productores, los culebrones y los telefilmes de calidad», cuenta Gera.

La película utiliza las formas del cine romántico para componer un retrato social. La protagonista es tratada como un ser inferior, solo tiene derecho a comer en el suelo y sin cubiertos y está expuesta a ser engañada y humillada en cualquier momento. Por eso, la directora quería denunciar este tratamiento, cuestionar la forma en la que sigue perviviendo la opresión hacia la mujer. «Es una película que tiene que ver con mi propia lucha sobre cómo vivir y ser una persona decente en un mundo brutal y desnaturalizado. Y sí, puedo parecer ingenua, pero creo que el amor hace que veamos el mundo distinto y mejor».