Barroco, cosmopolita, trasgresor o genio de la palabra. Así se podría intentar definir a Francisco Nieva, un creador total, polifacético, pintor y renovador de la escena teatral española, fallecido a los 91 años mientras «dormía tranquilamente en su cama», en su casa del centro de Madrid.

Nieva, el manchego universal, nacido en Valdepeñas (Ciudad Real), en 1924, era el símbolo de la vanguardia europea y autor de montajes emblemáticos para el teatro español como Pelo de tormenta, Cornada y el toro, Los baños de Argel o Manuscrito encontrado en Zaragoza.

Premio Príncipe de Asturias, Premio Nacional de Literatura o Nacional de Teatro, entre otros galardones. Desde 1990 ocupaba el sillón J en la Real Academia Española de la Lengua, en la que ingresó con el discurso Esencia y paradigma del género chico.

Y es que Nieva era un esteta y artista de la palabra, a la que mimaba, cuidada y llevaba hasta las cuerdas para hacer de ella dardo y pluma envolvente a la vez tanto en los escenarios como en los libros.

Considerado por el premio Cervantes José Caballero como «el mejor hombre de teatro de España desde Valle Inclán», Nieva era un hombre que amaba la belleza, la innovación, el riesgo y el exceso y al que le importaba más la literatura, el lenguaje, que la trama, a la que incrustaba sus múltiples personajes esperpénticos con lo que solía poner la lupa sobre algún tema.

«A los autores como yo, en cierta manera minoritarios, no nos importa corregirnos, porque creemos que lo que queda al final es la letra. El teatro es un fenómeno muy efímero, después de un estreno todo se olvida y lo que queda es lo publicado y el hecho de poder pasar a la literatura teatral de prestigio», decía Nieva en una entrevista con Efe.

Vivió y se formó en París, Nápoles o Venecia y mantuvo amistad con Artaud, Beckett, Jean Genet, Ionesco, Allan Ginsgberg o el poeta Edmundo de Ory, con quien participó en el nacimiento del movimiento de vanguardia Postismo, tras la guerra civil española. Una de sus últimas apariciones públicas fue en 2015 en la película Cáñamo, de Chus Gutiérrez, un documental en el que el el académico reconocía que había consumido drogas. «Lo probé todo y todo me sentó mal», decía con su forma singular de hablar.

CAPILLA ARDIENTE/ El mundo del teatro lloró ayer a su maestro y por la capilla ardiente, que se instaló en el Teatro María Guerrero de Madrid, pasaron diversas personalidades de la cultura, como el director de la RAE, Darío Villanueva, quien señaló que Nieva era «un visionario del teatro y un escritor enraizado en la tradición cultural y literaria española, afianzado en el territorio de La Mancha», en referencia a su lugar de nacimiento, Valdepeñas.

Del mismo modo, el presidente de la SGAE, José Miguel Fernández Sastrón, consideró que era «el ejemplo del teatro total, lo hizo todo en el teatro». Y Toni Cantó, destacó al Nieva «carnal» de «potente visión estética» que perteneció a la generación que «tuvo que lidiar con el franquismo».

una obra inolvidable/ Elena Pimenta, responsable de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, aseguró que su obra «nunca» se olvidaría y destacó la «polivalencia» del dramaturgo, mientras la escritora y periodista Rosa Montero lo definió como «verso libre y creador en el pleno sentido de la palabra».

Y tanto el director Juan Carlos Pérez de la Fuente, que puso en escena en 1997 Pelo de tormenta, una de las obras más emblemáticas del dramaturgo. como el director del Centro Dramático Nacional, Ernesto Caballero, coincidieron en que el mejor homenaje que se le puede hacer «es desde un escenario».

En Extremadura los actores, directores y dramaturgos también lamentaron su pérdida. H