La cadena de noticias de Fox iba a entrevistar la semana pasada al director Paul Weitz, cuya última película, American dreamz , se estrena la próxima semana en EEUU. En el último momento la entrevista se canceló. Aunque un portavoz de la ultraconservadora televisión de Rupert Murdoch haya insistido en que se debió a una cuestión de programación, algo más parece latir tras lo ocurrido.

Quizá para entenderlo baste decir que en American dreamz Weitz parodia American idol (el Operación Triunfo de EEUU, que Fox emite con imparable éxito de audiencia), y algo que prácticamente ningún cineasta de Hollywood se ha atrevido a tocar en los últimos seis años, y menos con apoyo de un gran estudio: la Administración de George Bush.

No son las únicas dianas que el director de American pie , Un niño grande e In good company pone a tiro de sátira en American dreamz . Por la película navegan, entre otros personajes, un terrorista suicida, un patético veterano de la guerra de Irak y una primera dama (una Marcia Gay Harden inquietantemente parecida a Laura Bush) que ofrece "pastillas de la felicidad" a su esposo (Dennis Quaid) cuando este empieza a pensar --o, al menos, a leer periódicos-- y a plantearse no seguir el dictado de su jefe de personal (Willem Dafoe). La veda se ha abierto para la comedia política en Hollywood.

"En el filme no hay revelaciones políticas pero hay momentos en que te encuentras riéndote de cosas de las que normalmente no te puedes reír y está bien tener sátira para relajar las cosas", decía recientemente en Nueva York durante la promoción de la película Dafoe, transformado en la pantalla en un personaje medio calvo y con barriga extremadamente parecido --"por accidente", según el actor-- al vicepresidente Dick Cheney.

HUMOR También Hugh Grant, que interpreta al juez del programa de búsqueda de talentos musicales, defendió que "el humor debe ir a todos sitios, aunque seguro que alguien encuentra algo que objetar".

Los dos intérpretes coincidieron a la hora de buscar razones de porqué la sátira del actual gobierno de Washington se ha hecho esperar. El británico reconoció tener la impresión de que "en EEUU ser anti-Bush después del 11-S se consideraba antipatriótico y quizá ahora eso está desapareciendo". Dafoe, mientras, razonaba que "después del 11-S el miedo se vendió al pueblo americano y hay cosas que no se podían ni se pueden ver. Por eso enfocarlas desde otro ángulo, aunque pueda parecer superficial, puede servir para relajar las cosas".