«Susurro mi historia flojito para que nadie oiga que estoy hablando de la venta de niñas. Dicen que si alzamos la voz contravenimos la sharia. En esta ciudad, las mujeres deben callar, pero yo hablo a gritos de un silencio de por vida. Grito desde un cuerpo traumatizado en rebeldía, grito desde un cuerpo exhausto en su jaula, roto por el precio que le ponen al llegar a la juventud. Aún soy una niña de solo 15 años, pero tengo a hombres adultos como pretendientes. Estoy confundida por la tradición de mi pueblo. Venden a chicas por dinero. La mujer no tiene elección. Seré la esposa del mejor postor. Como otras chicas, estoy enjaulada. Como un cordero criado para alimentar a otros». Son los versos centrales de Novia en venta, una canción escrita por una adolescente afgana llamada Sonita Alizaheh.

La historia es verídica y muy común en su país. Sonita tenía que ser vendida en matrimonio para que, a su vez, y con ese mismo dinero, algo menos de 8.200 euros, su hermano pudiese comprar a su futura esposa. Escribió ese rap para denunciar su situación y escapar de ella. Cuando se lo recitaba a sus compañeras de escuela, estas decían: «Es exactamente lo que me gustaría decirle a mi padre». Pero, en cambio, cuando se la cantaba a su madre, la reacción era la contraria: «Se reirán de ti».

La directora Roksareh Ghaemmaghami inicialmente solo pretendía filmar la historia de una adolescente obligada a convertirse en esposa de algún hombre que pagara por ella, tal y como manda la tradición afgana, pero se vio atrapada en la trama y obligada a tomar partido. Ella sería la realizadora del videoclip de Novia en venta, en el que Sonita aparece vestida de novia y con un código de barras en la frente. En dos semanas lo vieron más de 8.000 personas en un país donde el acceso a internet no es sencillo. Hoy ya ha superado las 600.000 visitas en todo el mundo.

El documental presenta a Sonita en su habitación, jugando a enganchar su cara en fotos de Rihanna en la que está actuando ante miles de personas. Cuando en la escuela le piden que rellene un pasaporte imaginario con los nombres de los padres que desearía tener, ella escribe: hija de Michael Jackson y Rihanna. Es una adolescente cegada por la idea del éxito y la riqueza, tan permeable a la cultura de la fama y el consumo como una adolescente de cualquier otro rincón del planeta. Sueña con comprarse un coche deportivo y regalar a su madre un tratamiento láser que rejuvenezca su piel. Pero, ante todo, sueña con escapar de un futuro de sumisión en el que ya no será dueña de su destino.

Prestigiosos simposios

Hoy Sonita tiene 18 años y es una reconocida activista. Ha sido invitada a participar en prestigiosos simposios como el neoyorquino Women of the World, donde cada año se da voz a mujeres que impulsan cambios sociales relevantes. «Ser una buena mujer en Afganistán significa ser como un perro. Todos juegan contigo y tú tienes que permanecer quieta», explicó en una conferencia que ya han visto más de 10.000 personas. Mientras tanto, cada año se siguen consumando 15 millones de matrimonios infantiles.

«La niña a la que se le ha negado la escuela se va / La afgana que levantaba sospechas se va», rapea en otra canción. Sonita es el nombre de un ave migratoria, una golondrina. Su historia se proyecta este octubre dentro del ciclo El documental del mes en decenas de ateneos, centros cívicos y cines de España y, cómo no, en otros tantos países respetuosos con las mujeres. H