Hace tiempo que de Kanye West solo se puede esperar cualquier cosa. Durante una buena temporada —entre el 2007 y el 2016—, fue para bien: el rapero y productor, especializado durante un tiempo en un hip-hop de exultantes coros góspel y grandes arreglos de cuerda, hizo importantes cambios de sentido en cada disco, siempre acertando, sorprendiendo e incluso adelantándose a su época. La cumbre fue el filopunk Yeezus del 2013. La sima llegó en el 2018: Ye, un supuesto álbum, en realidad muy corto, en el que lo salvable sonaba a refrito y lo novedoso a resbalón.

Jesus is king, el varias veces anunciado y retrasado disco góspel de este genio en tela de juicio, no mejora en exceso la situación, pero contiene más huellas de la antigua brillantez que el corto pero interminable Ye. Buenas ideas, sobre todo, a nivel de producción. Líricamente, el disco es algo desconcertante: West dice haberlo hecho «para ser una expresión de la palabra de Dios y para compartir el evangelio y la verdad de lo que Jesús me ha aportado». Es la obra, sí, de un cristiano renacido, un antiguo productor de los premios Pornhub convertido en guía moral.

TODAVÍA UN PRODUCTOR DOTADO / Algunas de las críticas más apresuradas despacharon Jesus is king y lo dejaron en poca cosa con celeridad, como se hace casi todo ahora mismo, cuando no manda la opinión más mesurada sino la más rápida o gritona. Y aunque el disco dista de ser ninguna maravilla, no se puede negar que nos recuerda las dotes de West como productor. Inspirado por sus propios eventos Sunday Services, especie de jam sessions religiosas que empezaron siendo privadas y después llegó a presentar en Coachella, ha cocinado una combinación de góspel, rap y depurados beats experimentales que a veces puede funcionar a la perfección. Selah es el primer impacto: esos beats como portazos cortan la respiración. Closed on sunday, con la voz de West en primerísimo plano, nos devuelve a la melódica emotividad de 808s & heartbreak (2008). Use this gospel es especial por contener tanto la reunión del dúo Clipse como un solo de saxo de… Kenny G, quien puso música al último San Valentín de Kanye y Kim Kardashian.

Menos estimulantes son, desde luego, las letras, insulsas odas al cristianismo y a la pureza espiritual: «Escucha las palabras que te digo/ Jesús me salvó/ Ahora estoy sano», nos explica en God is con poca capacidad de convicción. Particularmente insalvable es la letra de Closed on sunday, en la que se permite cargar contra el libertinaje de Jezabel. Se salva, quizás, la de Follow God, por recordar en su sentimiento combativo al material de Yeezus.

Es triste y revelador que el mayor escalofrío llegue con una referencia a ese disco del 2013: el guiño al clásico On sight incluido en el poema épico de redención Hands on.