Si alguien cometió el delito de ver el concierto de The Police sentado en el césped artificial del Rock in Rio pegó un respingo nada más oír De do do do, de da da da . Da igual que uno haya entrado de lleno en la cuarentena (o más). Da igual tener un trabajo convencional. Da igual estar atado a una hipoteca. Da igual tener que mantener a los hijos. Todo da igual. Si uno escucha la banda sonora de su juventud, ni los años ni los kilos ni la vida pesan. Hay que levantarse y bailar. The Police lo consiguió la noche del sábado en el mismo escenario que esa tarde pisó Alejandro Sanz y Estopa tras coger el testigo que les había dejado la noche anterior doña caderas Shakira. Los tres hicieron gozar a un público, que, esta vez sí, se sabían las letras de memoria.

Pero la mítica banda liderada por Sting rejuveneció a los 78.000 espectadores que, el sábado por la noche, habían acudido al faraónico festival de Arganda del Rey (Madrid). Sting, Andy Summers y Stewart Copeland hicieron lo mismo que el poeta Bob Dylan hizo anoche en el mismo recinto: confirmar que la veteranía es un grado.

Los espectadores de Madrid sintieron que estaban haciendo historia. The Police se disolvió hace más de 20 años y morirá --de nuevo y tal vez definitivamente-- el próximo 7 de julio en Nueva York.

IMPONENTE Con camiseta ajustada, físico imponente y su viejo bajo desconchado entre las manos, Sting dio las buenas noches en castellano y pidió palmas. Las estrellas también necesitan que las arropen, cosa que el respetable hizo hasta la saciedad. La gradería palmeó, bailó, cantó y disfrutó.

The Police sentó las bases del concierto con Message in a bottle y Walking on the moon . El terreno ya estaba abonado para el goce, que se convirtió en orgásmico cuando sonaron las imprescindibles Roxanne y, hacia el final, Every breath you take .

Tras el reinado de The Police, ayer por la noche le tocó el turno al pulitzer Bob Dylan. Una vez más, el de Minnesota impuso su estilo, que incluyó prohibir a los fotógrafos acceder al escenario. Son sus normas y se respetan. Igual que el hecho de no desbordar simpatía o mascullar y hacer difícilmente reconocibles los temas. Uno puede estar de vuelta de todo cuando tiene 67 años y el mundo continúa a sus pies tras 44 discos.

Lenny Kravitz fue el encargado de cerrar, pasada la medianoche, el festival cuya dirección confirmó que en el 2010 se celebrará una segunda edición en la misma ubicación (a más de 30 kilómetros de Madrid, en un recinto en el que cabrían 25 campos de fútbol). El autor de It´s time for a love revolution actuó tras un grupo muy esperado: Franz Ferdinand