Lula Caroline Carson le regaló su anillo de casada a Carson McCullers, esa nieta que luego escribió y que diría de ella que fue el primer amor de su vida. Gracias a su venta, pudo ir a la Universidad. Iba para pianista, pero su padre se estaba gastando todo el dinero de sus estudios en intentar averiguar qué le pasaba a esa criatura, de dónde venían las crisis y los colapsos que sufría, así que se sentó delante de la máquina de escribir que él le había regalado y tecleó. Un día, McCullers preguntó a sus amigos (novelistas, poetas) si pensaban que la creación requería «humildad, valor y gran amor».

Lo contó otra mujer que escribe, Natalia Izquierdo, el año pasado, en Jot Down, cuando se cumplían 50 años de su muerte. Este fin de semana se celebra el Congreso de la Asociación de Escritores Extremeños. No es un congreso en el que se analice la situación del sector en España ni la de los escritores de la región ni la poca visibilidad que tienen editoriales que eligen radicarse en la periferia (esto les pasa a todas, sea en Extremadura o sea en Aragón) en los medios de comunicación nacionales, incluso aunque quienes escriban en ellos las reseñas de los libros sean, también, de Extremadura o de Aragón. No: no estoy diciendo que haya que hacer patria aunque los libros sean malos: pero es que no lo son. Hay vida más allá de Hiperión, Destino, Pre-Textos, Seix Barral, Random House (y sus sellos), Vaso Roto y Tusquets.

Participo en una mesa redonda con el director de la Editora Regional de Extremadura y la librera María Vaquero para hablar precisamente de esto: de prescripción. Un prescriptor es alguien que tiene influencia sobre un determinado tipo de público. Es decir, un crítico, el organizador de alguna feria editorial o de poesía, de las aulas literarias y etc. Como propuesta para escritores (de cualquier procedencia geográfica) y hasta para curiosos que quieran conocer más de literatura, el congreso es impecable: Marta Sanz hablará del feminismo, de sus nuevas formas, de sus lenguajes. Carmen Hernández Zurbano, Ada Salas y Ben Clark hablarán de poesía ahora y aquí. Recuerdo el ‘Confieso que he vivido’, de Pablo Neruda: «La poesía tiene que recuperar el vínculo con el lejano lector». Ahí sigue, ella, como el teatro, siempre en crisis, siempre necesaria para muchos. Gonzalo Hidalgo Bayal hablará con Manuel Vilas. Tendremos cuentacuentos con Victoria Siedlecki y Antonio Sáez y Gonçalo M. Tavares… iba a escribir: «dialogarán de un lado y otro de esta península», pero, realmente, siempre he considerado a Antonio Sáez como un lusoextremeño de pro.

Sí he echado en falta una mesa o dos o tres con análisis de las políticas culturales que se llevan a cabo en la región relacionadas con el libro, los problemas que tienen las ferias del libro en todas las grandes ciudades extremeñas, las dificultades a las que se enfrentan los libreros, cómo de ventajoso resulta tener el domicilio fiscal aquí o pertenecer al gremio madrileño si uno es editor, cómo distribuir eficientemente… estas cosas de escritores y editores que son intrínsecamente nuestras, de esta parte del mapa español, de esta región pobre (sí, somos una región pobre: decir que una región es pobre y que está marginada -piensen en esos 20 años sin políticas ferroviarias- no es insultar ni demostrar desafecto. Hay un paro galopante y el año pasado, el PIB per cápita fue de 17.262€ euros, frente a los 25.100€ euros de PIB per cápita en España. Estamos en la cola). Cómo es crear desde aquí. Cómo se pueden romper las barreras comunicativas desde aquí. Lo dejo como idea para los próximos congresos que vendrán, porque me consta que la nueva junta directiva de la Asociación de Escritores Extremeños tiene buenas ideas y quiere trabajar mucho.

La creación, en Extremadura, ocurre, supongo, más o menos igual que en el resto del mundo: uno se sienta y escribe (esperemos que haya leído algo primero, que luego te encuentras a gente promocionando su libro en el Facebook que no pone una coma en su sitio ni una tilde tampoco). La visibilidad es otro tema. No: si eres muy bueno no significa que vayas a triunfar (entendido el triunfo como la consecución de lectores y de cierto prestigio): hay mucha oferta, para empezar, y hay un canon muy perverso en los medios de comunicación nacionales, que son los que lo marcan según el poder de determinados grupos editoriales y el dinero que se pague para aparecer en escaparates de grandes librerías. Bienvenidos al Capitalismo.

Nadie tiene la fórmula para conseguir otro tipo de canon. Horadamos el principal, el casi hegemónico, lo que podemos, algunos periodistas, editoriales, gestores culturales, libreros, bibliotecarios. También algunos escritores (no todos). Nos fiamos de los amigos que tienen buen gusto; de nuestros padres, si han leído toda la vida; de los hermanos: incluso de los desconocidos que pueblan nuestras redes sociales. Las palabras «esto te va a gustar» seguirán funcionando siempre, por mucho Amazon, mucho Twitter y mucho cambio de formatos que exista en el futuro.