Como ya demostró en el remake de The ring o la primera entrega de Piratas del Caribe , el director norteamericano Gore Verbinski (Tennessee, 1964) pertenece a un pequeño grupo de directores de Hollywood --como Christopher Nolan y Zack Snyder-- que tratan de redefinir el cine comercial de Hollywood usando criterios artísticos de autor.

--¿Cuál fue su objetivo al adaptar la teleserie original?

--Me interesaba definir al llanero como un personaje salido de una película de Frank Capra o de El hombre que mató a Liberty Valance , un tipo con una idea muy clara sobre lo que es justo y lo que no lo es, y colocarlo en un mundo más violento que recordara a los wésterns crepusculares de Leone o Peckinpah. Esas películas asumían que todo el universo retratado por el género estaba plagado de corrupción. Me gustó mucho la idea de hacer al personaje reconsiderar su férreo código moral con el fin de establecer ese conflicto entre el wéstern tradicional y el wéstern posmoderno.

--¿Qué relevancia tiene hoy?

--Creo que, especialmente hoy, a todos nos gustaría que hubiera por ahí un tipo enmascarado que arreglara las cosas. En la sociedad impera la sensación de que estamos siendo azotados por la crisis a pesar de que no hemos hecho nada malo, y nos damos cuenta de que no tenemos control sobre nuestras vidas. Por eso, además, quise utilizar esta historia para meditar sobre cuál es el coste del progreso, y sobre el modo en que, en nombre del progreso, decidido romper nuestra relación con la naturaleza.

--Muchos han tachado de racista que fuera Johnny Depp y no un nativo americano el encargado de interpretar a Toro...

--Cuando ruedas una película ese tipo de ruido de fondo nunca es saludable. Tanto Johnny como yo somos tremendamente respetuosos con la cultura nativa americana y que nos hemos tomado muy en serio la Historia. Hemos hecho una película que refleja toda la violencia que hubo contra los indios, y además hemos dado la vuelta a la convención narrativa de la teleserie original, que consideraba a Toro una mera comparsa del héroe. En la película es Toro quien crea al llanero solitario.

--¿Esperaba que la acogida en EEUU fuera tan negativa?

--No me lo explico, ha sido como una tormenta perfecta: la crítica la ha destrozado y el público no la ha ido a ver. Ha sido un puñetazo en la cara, y no me lo esperaba en absoluto. Hicimos proyecciones previas para 500 personas y la respuesta fue magnífica. Trabajamos duramente y estoy orgulloso del filme, pero este negocio es muy loco. Siento como si me hubieran quemado en la hoguera, y duele mucho.

--¿Por qué cree que los blockbusters se fijan cada vez más en el espectáculo y menos en proporcionar una experiencia realmente cinematográfica?

--Hollywood trata a la desesperada de que la gente vaya al cine. Está claro que la televisión que se hace es condenadamente buena, pero el público tiene parte de la culpa. Hay gente que duerme en un colchón inflable, que no tiene trabajo ni muebles, y aun así tiene una tele gigantesca. ¡Levantaos e id al cine, maldita sea!