Basta ya de hablar de piratería musical. No por hartazgo, que también, sino porque los nuevos hábitos de consumo insinúan, albricias, un modelo de negocio. El streaming , acceso inmediato a la música en la red sin descargas ni almacenaje de archivos, fruto de acuerdos con sellos y artistas, da oxígeno y aliento a un sector que desde hace ya una década no vive para sustos y malas noticias.

Todavía sigue siendo temerario hacer pronósticos, pero las cifras del primer semestre del 2011 reflejan un aumento decidido del peso de la música digital. En el 2008 esta representaba el 11% de los ingresos del sector; en el 2010 pasó al 26% y ahora se sitúa en el 37% de un pastel, eso sí, empequeñecido año tras año.

¿Bajan las descargas y sube el '¡streaming'?

Sí. Descargas de internet (20% de descenso en facturación) y móvil (caída del 53%) son suplidas por el streaming (304% de aumento). La más popular es Spotify (con una versión gratuita con publicidad, y otra con cuota mensual), aunque hay otras, como la francesa Deezer y la alemana Simfy. Y crecen los ingresos vía Youtube. "Internet es acceso. Bajar archivos supone tener el disco duro ocupado por miles de canciones que debes organizarte. Con el streaming solo hay que darle al clic", apunta Albert Torres, director de The Orchard.

El 'streaming', ¿traerá el fin de la piratería?

De momento, ha provocado fuertes interferencias en su campo de acción. Deezer era pirata, pero, acosada por los juicios, cuando dispuso de clientela estable comenzó a cerrar tratos con las discográficas y a generar dinero. Un proceso parecido está siguiendo la discutida Grooveshark en EEUU. Organizar una plataforma de streaming pirata es mucho más complejo e insostenible que un servicio de P2P, el popular intercambio de archivos. "Ofrecer 15 millones de canciones, una barbaridad, no se puede aguantar mucho tiempo siendo pirata. Acaban dando el salto porque sale a cuenta", estima Torres.

¿Compensa la caída de la venta de discos?

Aún no, y está lejos. "¡Pero hasta hace solo seis meses, The Orchard no daba beneficios!", revela Albert Torres, subrayando que estamos solo al principio pero que los cambios son rápidos. Para Marçal Lladó (Bankrobber, casa de Mazoni) "los beneficios son pequeños, pero lo más importante es llegar a la gente". Gerardo Sanz, mánager de Antònia Font, Manel, Mishima y Sisa, cree que "lanzar un disco sin tener definido el enfoque en el mercado digital es imposible".

Las discográficas, ¿perderán sentido?

Depende. Hace tiempo que se han ido transformando en casas de artistas con los contratos de 360 grados, pero ahora surge una nueva amenaza: el hazlo tú mismo. The Orchard presentó el viernes su Marketplace, un "mercadillo digital" que ofrece la posibilidad de tener una página con su música en streaming .