Cuando su autobús estaba llegando a la ciudad se percató por vez primera que en los carteles de la autovía Cáceres sí aparece con acento. Quizás fue porque sintió que también por vez primera llegaba a ofrecer a Cáceres lo mejor de sí mismo: su trabajo. Samuel Señas se fue a Madrid en busca de un sueño: convertirse en actor. Y anoche lo vio cumplido y refrendado en el estreno de La vida es sueño , la obra de Calderón de la Barca adaptada por la Compañía Siglo de Oro de la Comunidad de Madrid y dirigida por Juan Carlos Pérez de la Fuente.

Y aunque el papel de Samuel es pequeño y básicamente corporal --forma parte de los cuatro soldados de la obra-- lo cierto es que estar en esta compañía y formando parte de la obra más importante del Siglo de Oro es todo un reto.

Momentos antes del estreno, Samuel sentía una alegría inmensa porque por fn podía enseñar a sus amigos, a su familia, todo lo bueno que ha aprendido. El sueño de Samuel se inició hace ya unos cuantos años, cuando era un alumno de instituto. Aquel joven forma parte de la generación de actores más fructífera que probablemente haya dado Cáceres a lo largo de su historia: Alberto Amarilla, Santi Senso y Carlos Guardiola son junto a Samuel Señas el ejemplo más evidente de que lo que el cubano Leonardo Eiriz hizo con el mítico grupo Cheira no fue un error. Eiriz y Miguel Fresneda, profesor del instituto Hernández Pacheco, inculcaron a aquella generación que uno, en la vida, puede ser lo que realmente quiera ser.

"Leonardo nos enseñó las primeras piezas base que un actor necesita tener: que son la imaginación y el nunca dejar de ser niño. Los niños no tienen miedo a nada, no tienen corsés sociales como los adultos, que nos preocupa el hacer el ridículo o investigar que si tengo una espada de madera puedo creer que soy el zorro", argumenta Samuel a punto de salir a escena.

Junto a él el resto de la compañía, liderada por Fernando Cayo en el papel de Segismundo y Chete Lera como rey Basilio, ese astrólogo de los 12 signos del zodiaco, de los 12 apóstoles, simbolizado en el escenario por 12 columnas a través de las cuales se muestra al público esa idea calderoniana de que la verdad y la mentira son una misma moneda. Y el director, Pérez de la Fuente, lo consigue con esas transformaciones que van del espacio de la cueva al palacio y que las hace mágicas para ahondar en la idea de que tanto la cárcel como el palacio, la luz o la sombra son igual de realidad.

Y al bajarse el telón, nueva cita para hoy con La dama boba (21.30 en Las Veletas), Don Juan, el burlador de Sevilla (22.00 en Gran Teatro) y Ex voto , mañana en San Jorge, a las once de la noche.