Para Tobias Wolff, uno de los más prestigiosos narradores actuales de Estados Unidos, el secreto de un buen relato es "la magia". Tras siete años de silencio, Wolff (Alabama, 1945) ha volcado parte de los recuerdos de su paso por un elitista colegio de Nueva Inglaterra, en los años 60, en Vieja escuela (Anagrama), una novela para apasionados por la literatura, que muestra las grandezas y miserias de la creación literaria.

Wolff habla estos días en Madrid de su trabajo, que quedó finalista del premio que conceden los críticos norteamericanos. Tras dos novelas claramente autobiográficas --Vida de este chico y En el ejército del faraón --, la que ahora presenta ofrece una trama ficticia pero con comportamientos de los aspirantes a escritor, muy reales. La envidia, la competitividad de estos aprendices, se acerca mucho a la experiencia del autor.

En una búsqueda del relato perfecto, el narrador de Vieja escuela presenta un debate que está en el orígen del oficio de escribir: el plagio y la imitación. Wolff explica que "la admiración" hacia un escritor "puede afectar al lector de forma que éste se olvida de sus propios limites y se introduce de pleno en la vida de otra persona". Este es el lector "ideal" para cualquier escritor, añade. Para el escritor norteamericano, un autor siempre imita en la medida en que "lee ficción tan profundamente que él, como lector, se olvida de sí mismo".

¿Qué es, pues para Wolff, escribir? "Escribir es la belleza de la forma, la magia de la invención, la belleza de la poesía, del lenguaje, del idioma, y la posibilidad de aportar a los demás el tipo de gozo que yo siento cuando leo, de disfrutar mientras aporto ese disfrute a los demás", responde. ¿Alguna recomendación especial? "Esto es algo que uno tiene que hacer por amor", afirma.

LAS MINORIAS QUE LEEN Asegura que cuando lee un libro de poesía, escribe al poeta "porque tiene que saber que he disfrutado con él, y cuando recibo una carta de un lector, pues me alegra el día". Una forma de interacción sólo reservada a las minorías que leen y que disfrutan haciéndolo.

En Vieja escuela Wolff , ganador del premio Pen/Faulkner y colaborador habitual de The New Yorker y Harper´s, rinde homenaje a los escritores norteamericanos que influyeron en él y en otros de su generación, como Kerouac, Hemingway o Frost.