La afición del Villanovense propició la primera pitada de la temporada a su equipo y a su entrenador, Alberto Parras. Los malos resultados hasta ahora no habían hecho mella en una afición que tampoco se había erigido como gran animadora del equipo. Pero la manera en que se perdió ante el Málaga B, hizo estallar en cólera a la afición. No comprendían cómo un grupo de chavales fue capaz de dar la vuelta en ocho minutos a un partido que controlaba el Villanovense desde el minuto 10.

Parras reconoció su responsabilidad, pero no dudó en echar en cara a la afición su falta de apoyo y palabras de ánimo desde la grada. Afirmó con rotundidad que, por el contrario, se estaba más pendiente de los fallos para poder abuchearle que de infundir ánimo a los jugadores. Puede ser el inicio de la ruptura de una relación hasta ahora, estable.