ARGENTINA: Abbondanzieri (m.70, Franco), Coloccini, Ayala, Heinze, Sorín, Maxi Rodríguez, Mascherano, Lucho González; Riquelme (m.71, Cambiasso); Tevez y Crespo (m.77, Cruz).

ALEMANIA: Lehmann; Friedrich, Mertesacker, Metzelder, Lahm; Schneider (m.61, Odonkor), Ballack, Frings, Schweinsteiger (m.76, Borowski); Klose (m.85, Neuville) y Podolski.

GOLES: 0-1, m.48: Ayala. 1-1, m.80: Klose.

ARBITRO: Lubos Michel (SVK). Amonestados: Podolski, Sorín, Mascherano, Maxi Rodríguez y Odonkor.

INCIDENCIAS: Partido de los cuartos de final del Mundial de Alemania 2006.

Gary Lineker tiene más razón que un santo. Alemania sigue empeñada en convertir lo que nació como una ocurrencia --la frase de que el fútbol es un deporte que juegan 11 contra 11 y siempre ganan los alemanes--, en un mandamiento. Ayer, en una situación desesperada, volvió a salir adelante frente a uno de los pocos equipos que pueden competir con ese espíritu de supervivencia. Argentina tuvo el partido en sus manos y se le fue escapando poco a poco, hasta acabar condenada en la tanda de penaltis. Nunca había perdido en un Mundial por ese camino porque nunca había tenido delante a Alemania, la única que merece ahora tal honor.

En lo que suele ser una moneda lanzada al aire, Alemania la cogió al vuelo y no la dejó escapar. Como casi siempre. El anfitrión ya tiene un pedazo de final en la mano, a la espera de dar el último paso ante Italia. Al equipo de Klinsmann lo sostuvo más la fe que el juego, decepcionante de principio a fin. Lo sostuvo sobre todo una aparición a 10 minutos del final de Klose.

Alemania salió dando bocados, exageradamente acelerada, pero esa terrible presión resultó más aparente que efectiva, y al rato se desinfló. A la que Argentina se puso a sobar el balón, dio un paso atrás, encajonada como no se la había visto hasta ahora, más pendiente de ir tras Riquelme que de jugar.

PASO ATRAS El control de Argentina no llegó muy lejos, pero tampoco tenía nada que temer ante una Alemania empequeñecida, que apenas cruzaba la zona media. Hasta que llegó el cabezazo de Ayala y sacudió un partido que llevaba camino de seguir dormido. Ya nada fue igual.

Alemania tomó el único camino que le quedaba, y se fue arriba con todo, más por impulso que por juego. En medio de ese acoso, Abbondanzieri quedó malparado y tuvo que ser sustituido por Leo Franco. A Pekerman el intento de recomponer el equipo le salió rana, no tanto por retirar a un Riquelme agotado sino por el precipitado cambio de Cruz por Crespo.

Por la banda izquierda llegó el gol del empate. Y ahí empezó a morir Argentina, maltratada también por el árbitro, y por la desgracia de que Alemania nunca acaba de morir.