España ha desarrollado en Shanghái una súbita aversión al metal. Faltan cinco días para que expiren estos Mundiales de natación, pero ya se intuye que las 11 medallas de los anteriores quedarán lejos. Persiste el oasis de la natación sincronizada, pero alrededor solamente se adivina desierto. Ayer se descabalgó del podio el waterpolo masculino, plata en Roma-2009.

Los hombres de Rafa Aguilar cayeron ante Italia en los cuartos de final por 10-6. Están condenados a pelear por el quinto puesto y buscarse el billete para Londres en el preolímpico del año que viene. Del partido destacó la defensa italiana y su portero, Tempesti, quien frustró los lanzamientos cada vez más lejanos y desesperados de los españoles.

En la pileta vecina, las españolas nadaron muy lejos de las medallas. Erika Villaécija quedó séptima con un crono de 16.09.71 en la final de 1.500 metros, a 20 segundos de la ganadora, la danesa Lotte Friis.

PHELPS, MAL Dos pruebas, un bronce y una plata. Un resultado envidiable si no se tratara de Michael Phelps, la leyenda que acumula 16 medallas olímpicas. Pekín-2008 le dibujó como inmortal y Shanghái le devuelve a la tierra. Ayer sucumbió ante su compatriota y amigo Ryan Lochte en los 200 metros libre. Los dos estadounidenses se volverán a cruzar en los 200 metros estilos.