La cara congestionada por el calor del desierto, enrojecida por horas de tensión al volante a un ritmo frenético, por el desasosiego de hacer los últimos 120 kilómetros entre el polvo, sin visibilidad, por el cabreo de ver su rueda y triángulo de suspensión destrozadas por una roca escondida bajo la arena. «¿Tenemos cinta americana?», farfulló Fernando Alonso, con tres bridas entre los dientes mientras ayudaba a Marc Coma a fijar las aletas del Toyota Hilux. «Hemos venido a vivir el Dakar y estas cosas forman parte de esta carrera», explicó el ‘Nano’ con su mejor cara. Rodaba entre los tres mejores cuando sufrió el percance. Ha perdido dos horas y media, una pena.

Otro participante les acercó la brida al final de una reparación que tiene su mérito: montar y desmontar la suspensión, el palier de la transmisión, los tirantes de dirección, el circuito de frenos… Un día entero en un taller convencional. No van a ganar el rally --nunca pensaron en ello- pero Alonso y Coma salieron ayer de un compromiso muy grande al reparar por sí mismos una avería complicada. «En primer lugar, teníamos pensado esperar a la asistencia. Con calma hemos empezado a desmontar piezas, teníamos contacto con el equipo informándoles de cómo iban los progresos. Y, en un momento dado, nos han dicho que si conseguíamos montar esto y desmontar lo otro casi que lo íbamos a reparar nosotros. Así que nos hemos puesto en serio y lo hemos hecho. Después de no sé cuántas horas, estábamos listos para salir”, explicó el asturiano tras la reparación.

BUENAS SENSACIONES / «Nos quedaban 120 kilómetros para el final en los que íbamos sin frenos delanteros porque hemos tenido que cortar el circuito, así que hemos tenido que ir con un poco de cuidado». En Marruecos tuvo que ser remolcado tras una vería similar. En Arabia, lo solucionaron con solvencia. «Es una experiencia más, quería vivir el Dakar con todos los extras y este es uno de ellos. Estoy contento de estar aquí y de poder seguir». Dos horas y media son demasiado para pensar en otra cosa que mostrar su velocidad en algunas etapas. «He hecho 48 kilómetros con mi ritmo, que no era malo, no. Y, luego, la navegación estaba yendo perfecta, íbamos justo al metro, habíamos encontrado una sintonía top».

La etapa, entre Al Wajh y la futurista Neom, fue para Ginier De Villiers y Álex Haro, a un ritmo tremendo y sin apenas problemas de navegación con su Toyota en una etapa en la que a Carlos Sainz y Lucas Cruz (Mini) les sobraron los últimos kilómetros. «Íbamos muy, muy bien y, a 10 kms. del final, nos hemos ido por un cañón complicado de manera errónea y nos ha costado 10-12 minutos ir, volver, ir, volver un par de veces porque no éramos capaces de encontrar el paso adecuado. Pero lo positivo es que seguimos en la lucha, que estamos segundos y que ha pasado un día más», apuntó Carlos Sainz, sexto en la etapa, y segundo en la general, por detrás de Mini de Orlando Terranova.

Lo importante para el doble campeón del Dakar en su 12ª participación es que tiene por detrás a los Toyota de Nasser Al Atiyyah -a un minuto- De Villiers -a ocho- y Al Rahji, -a doce- y a su compañero y 13 veces vencedor del Dakar, Stephane Peterhansel, a nueve minutos. “Mientras sigamos estando cerca de la cabeza, es buena señal. Con el coche, ningún problema. El ritmo está siendo bueno. Sin esos 11 o 12 minutos perdidos por navegación, podríamos haber acabado segundos o terceros la etapa y ponernos líderes con una buena ventaja».