No debe haber ocurrido mucho en la historia del deporte de élite, pero en el Electrocash Cáceres Patrimonio de la Humanidad está sucediendo: su entrenador, Raúl Rocha, no está con su plantilla en la semana previa de preparación de un partido que será decisivo para la salvación del equipo en la Superliga de voleibol masculino, el sábado en Melilla. Como todo, hay una explicación, aunque como mínimo cuestionable.

"Me había comprometido a estar con una de las selecciones extremeñas en el Campeonato de España y aquí estoy, en Murcia", contaba ayer a este diario, a cientos de kilómetros del Serrano Macayo, donde sus jugadores entrenaban con vistas a la última jornada liguera. La situación no es desesperada, pero sí tensa: una derrota por 3-0 o 3-1 en Melilla dejaría a merced de lo que sucediese entre Cajasol Juvasa y VP Madrid por un lado y Mediterráneo y Textil Santanderina por otro. Si madrileños y cántabros ganan y los extremeños no puntúan (mínimo, una derrota por 3-2), el descenso será automático.

"Confío en nosotros mismos. El equipo está seguro en buenas manos con mi segundo entrenador, Juan Pedro Martín, y una persona de la experiencia de Enrique Carrasco. Lo dejé todo preparado, aunque es evidente que me gustaría estar con los chicos. Pero no ha habido otra solución", indica Rocha, que sí se sentará en el banquillo el sábado tras un maratoniano viaje, primero por carretera hasta Almería y después en barco.

"Tenemos que intentar estar tranquilos porque dependemos de nosotros y vamos a dar el callo. Después, aunque perdamos, creo que Cajasol Juvasa y Mediterráneo van a mantener la tensión competitiva y también deben ganar a sus rivales", añade.

Extraño final de temporada, pase lo que pase, para un Electrocash que no esperaba convivir con estos agobios a estas alturas. "Si nos salvamos, el balance será positivo porque era nuestro objetivo. Hemos podido cerrarlo antes, pero fallamos en algunos partidos", apostilla Rocha.