Convaleciente de cuatro operaciones a vida o muerte de un tumor cerebral, el pasado octubre, Severiano Ballesteros eligió al diario Marca para explicar su tremenda experiencia vital y agradecer el apoyo recibido de todo el mundo en estos meses que han cambiado su vida, traducido en más de 300.000 mensajes, cartas y correos electrónicos. "Sabía que me admiraban, pero lo que no sabía es que la gente me quería tanto", asegura en la entrevista a Olga Viza.

Vestido con un chándal blanco con el que realiza cada día la recuperación en el gimnasio de su casa en Pedreña (Cantabria), Ballesteros aparece en la imágenes con secuelas de las intervenciones y una estilizada figura, ya que ahora pesa 75 kilos, "como cuando tenía 22 años".

SEGUNDA OPORTUNIDAD El exgolfista, ganador de cinco grandes (dos Masters y tres Abiertos Británicos) y 50 torneos en Europa, se emociona en varias fases de la entrevista --que hoy tendrá una segunda parte más deportiva-- y recurre en ocasiones a símiles golfísticos (su gran pasión) para describir su situación. "Ya no me llamo Seve Ballesteros, me llamo Seve Mulligan , que en el golf es una segunda oportunidad", asegura. "Desde luego, este es el golpe más importante de mi vida. Estoy luchando para ganar mi sexto grande", añade. O: "Mi recuperación es el par 72 más largo del mundo, esa es la verdad. Estoy hay que admitirlo y afrontarlo".

En la entrevista cuenta cómo se encontró mal, el pasado 5 de octubre en Madrid, cuando iba a tomar un vuelo hacia Alemania, como un sobrino suyo le llevó al Hospital La Paz de Madrid y el shock que sufrió cuando le comunicaron el diagnóstico. "Me dijeron: Tienes una mancha grande y puede que lleve bastante tiempo ahí. Fueron claros conmigo: Es un tumor, la suerte es que está en el lado derecho (...)".

Ballesteros se emociona y llora en varios momentos de la entrevista, como cuando sufre la tercera operación el mismo día, 24 de octubre, en que murió su madre, o cuando se da cuenta del enorme apoyo popular que está recibiendo.

El exgolfista se muestra bastante recuperado, pero reconoce momentos bajos. "Es como si viviera un mal sueño. No consigo vivir la realidad, lo veo todo distinto, difuso; es difícil de explicar, pero sé que todo es cuestión de tiempo". Y no le molesta su imagen: "No me importa que me vean como estoy ahora. Las heridas... son heridas de guerra". Y aboga por la investigación médica: "La única guerra que debe existir es la lucha contra las enfermedades para poder ayudar a las personas que las sufren".