Beatrix Meléndez-Pal, jugadora cubano-húngara del Extremadura Arroyo, no formará parte del equipo cacereño que militará una temporada más en Superliga Femenina 2 (SF2), tras haber rechazado la propuesta de renovación que le había concretado el presidente del club, Adolfo Gómez, según ha reconocido, «porque necesito un cambio, es algo personal y necesito centrarme en el plano profesional porque ya voy teniendo edad para ello».

Meléndez-Pál, que formó parte del conjunto cacereño durante ocho campañas, una primera en la temporada 2010-11, y posteriormente desde la 2013 hasta la fecha, incide que ha sido una decisión «muy complicada pero es verdad que llevo un tiempo dándole vueltas a la idea en mi cabeza, y no sé si por la cuarentena, o por mi edad (34 años), pero creo que necesito un cambio vital ya».

«DECISIÓN MUY DIFÍCIL»

Según su versión, «tengo la necesidad de plantearme mi vida a corto y medio plazo, sobre todo en el plano profesional --es licenciada en Educación Infantil-- y concretar un cambio de aires, algo que signifique un cambio total y que me ayude a darle una nueva dimensión a mi vida».

«Ha sido una decisión muy difícil, amo Arroyo y Cáceres con todas mis fuerzas, pero el hecho cierto es que siento que el cambio he de hacerlo, quizá a una ciudad un poco más grande, con más posibilidades laborales, tal vez en el sur de España, aunque no tengo concretado», añade.

‘Beu’ Meléndez-Pál no quiere ni oír hablar de la palabra retirada, pero reconoce que después de 27 años continuados de práctica del voley (en Hungría, Francia, Grecia y España) «es una posibilidad que está ahí», aunque a juicio del cuerpo técnico de la entidad extremeña, se encuentra en plenas facultades para poder seguir desarrollando su juego, sobre todo en la posición de colocadora.

Este sábado viajará a Budapest, donde residirá por espacio de un mes con su familia, para después regresar a Arroyo de la Luz, «momento en el que me gustaría despedirme de todo el mundo del club y de la propia localidad, que tan bien me han tratado en estos ocho años, que seguro siempre serán inolvidables».