Llega en un dulce momento el próximo rival del líder de la Tercera extremeña. El Cacereño recibirá al Moralo este sábado (16,30 horas) en partido adelantado a la primera de una semana de tres jornadas. Se alcanzará así el primer tercio del campeonato con muchas pistas sobre que objetivos perseguirán la mayoría de los equipos. La meta del club de Navalmoral está en la permanencia; no se aparta ni un milímetro de este pensamiento aunque disfrute del quinto puesto a sólo dos puntos del tercero Azuaga y uno del cuarto Don Benito.

El Moralo ya visitó al segundo Badajoz y ahora prepara su compromiso con el líder. Sigue a rajatabla el discurso de la permanencia su entrenador Emilio Gil Ávila (Navalmoral, 1983): «comenzamos en verano casi sin jugadores y con un presupuesto bajo para hacer una plantilla muy joven, así que sólo pensamos en sumar cuanto antes los puntos necesarios para salvarnos», dice.

Los de Navalmoral ya tendrían casi la mitad del camino recorrido tras sus sonados dos últimos triunfos: en Jerez de los Caballeros y en casa el domingo ante el Calamonte. «Llegamos muy tranquilos al Príncipe Felipe, jugar en estadios así es importante para el crecimiento de muchos futbolistas», añade.

Emilio Gil vuelve a una ciudad y un club que siente muy cercanos. Fue jugador del Cacereño en la temporada 2005-2006. «Me rompí el menisco en pretemporada, pero luego me fueron bien las cosas con Miguel Angel Mateos de entrenador y sigo encontrándome con amigos cada vez que vuelvo». Además vivió 5 años en Cáceres mientras estudiaba Ciencias del Deporte.

Su preparación universitaria le permitió afrontar el papel de «emigrante deportivo» y la pasada temporada fue preparador físico de la Arandina; rival del propio CPC en 2ª B. «El empate terminó siendo decisivo». Y tanto.

Fue su última visita al recinto al que vuelve, en su primer año como entrenador en Tercera, al mando de un equipo en el que ha hecho literalmente de todo. Fue futbolista (en Tercera y también en el año en Preferente con gol y ascenso), entrenador del Moralo juvenil y hasta directivo cuando un grupo de exjugadores salvó al club de la desaparición en el 2010. Gil era un jugador ofensivo y de ideas prácticas y en el banquillo sigue esas pautas, asegura. «Jugar atrás no es solución. Buscamos sorprender al Badajoz aunque no lo logramos pero sí nos vino bien para ganar en Jerez».