Puede que acabe siendo el año de su vida como deportista. En su segunda temporada como profesional, Jorge Campillo (Cáceres, 1 de junio de 1986) irradia satisfacción. De no mediar una catástrofe, logrará la tarjeta para jugar el año que viene con los mejores. Ya lo hace, pero más aún, en más torneos importantes. El aval definitivo está muy cerca. Aunque no es matemático, sabe que figurará entre los 20 primeros del Challenge europeo. Ahora quiere más: seguir en el top ten .

Es octavo, tras su último segundo puesto en Suiza. "Quiero llegar a Primera División; ahora es como si estuviera en Segunda", explica gráficamente mientras se escuda en la amplitud de la sala de redacción de este diario para esconder su timidez.

"Llevo 21 años jugando al golf y ahora quiero estar entre los mejores". De momento, su puesto entre los españoles equivaldría al número 15. Su objetivo es jugar los cuatro grandes, aunque ve "más asequible" lograr un lugar para el British o el US Open. "El Masters de Augusta costará más trabajo", anticipa. Sabe que está en su mano pero esto, afirma, "no me obsesiona". Realmente, dice, "estoy empezando". "En cinco o seis años" espera estar ahí, en la élite de la élite, aunque sabe que solamente llegará al objetivo a base de humildad y trabajo.

Lo suyo

Jugó al golf --muy niño, claro-- en la parcela de su abuela. También en Marbella antes de involocrarse en esta particular aventura. Tras la apertura del Norba Club, hace 17 años, todo llegó rodado. Practicó el baloncesto y la natación, pero lo suyo era embocar la bola en un hoyo.

Ya es un profesional de prestigio, respetado por todos. Ganó nueve torneos en su época de estudiante en Indiana (EEUU) que ya no se los quita nadie. Ahora el reto es otro: ayer viajó a Kazajistán. Ya ha rozado triunfos y espera conseguir el primero en su nueva etapa "lo antes posible, sin obsesionarme de todos modos, pero será el día menos pensado", aclara tranquilo mientras sonríe, cómplice, a su padre, del mismo nombre y presidente de la Federación Extremeña de Golf.

Campillo disfruta y se prepara a conciencia. Vive en Cáceres y lo peor, dice, son los viajes. "Pero me gusta mucho el golf". Y en este deporte tiene, incluso, sus mejores amigos, algunos de ellos los de siempre, los de su club, los de su colegio Las Josefinas. Se siente respaldado, también institucionalmente a través de Marca Extremadura y la Junta.

Y apoyado está por las personas que le rodean. Tiene un profesor de golf, el sevillano José Carlos Gutiérrez, que le insiste en que mejore su juego corto; su preparador físico, Iong King; su psicólogo, el madrileño Oscar del Río; o sus caddys, cuya labor se reparten su propio padre o su hermano José María.

Es la hora de la verdad para Campillo. El momento decisivo. El camino está marcado. "Esto es más difícil de lo que la gente se cree", apunta con convicción el deportista, que ya, es evidente, ha pasado el corte.