Si va usted al Francisco de la Hera y se fija en el lateral izquierdo de los azulgranas, verá que parece un auténtica peonza que no deja de moverse a mil revoluciones durante todo el partido. Ese es Alfonso Candelas (La Solana, 1995), un futbolista que pese a su condición de sub-23, parece todo un veterano en el Extremadura. Su capacidad de sacrificio, intensidad, brega y coraje le han servido para ganarse el respeto y la confianza de su afición. Todo eso y una temporada en la que ha ido, claramente, de menos a más, siendo uno de los mejores futbolistas en las últimas jornadas.

La mayoría de aficionados azulgranas salían del estadio el pasado domingo señalando el nombre de Candelas como el más destacado. No es fácil para un lateral izquierdo ser el mejor de su equipo, máxime cuando se trata de un jugador que suele vivir al margen de los focos. Pero Candelas es así dentro y fuera del campo. Un chico tímido, que suele pasar desapercibido, pero que siempre está ahí, cumpliendo a rajatabla con su misión.

El ‘3’ azulgrana cuenta con el privilegio de ser el único de toda la plantilla que ha disputado todos los partidos de liga: los 27. Y, por muy poco, casi todos los minutos, ya que sólo fue relevado en dos partidos: ante el Recreativo de Huelva en el Colombino y ante el Mérida en el Francisco de la Hera, en este último por molestias.

Resulta curioso que Candelas siempre ha tenido que vivir en el ojo del huracán. En las primeras jornadas estuvo señalado por algunas derrotas. Especialmente por la ocurrida en La Línea, donde tuvo que sufrir el aterrador dribling de Gato, uno de los mejores jugadores del grupo. Pero tanto Agustín Izquierdo como Manolo Ruiz como ahora Martín Vázquez le han dado la confianza en su carril. Por algo será.

Máxima humildad

Candelas es ese alumno del colegio de notable en los exámenes. Pocas veces saca matrícula de honor, pero casi nunca suspende. Y es esa regularidad, precisamente, lo que le ha hecho fuerte en su posición: «A mi siempre me ha gustado trabajar y hacerlo lo mejor posible para el equipo. Sé que no voy a meter goles ni seré el protagonismo, pero quiero siempre jugar y sumar para el Extremadura», decía recientemente en una comparecencia ante los medios.

Esa humildad elevada a la máxima ponencia es lo que le ha conectado con la afición de Almendralejo, enamorada de este tipo de futbolistas que rebosan modestia y se dejan todo en el campo. Aunque no tiene un relevo natural en su carril, tanto Aitor como Alex Díez también han podido desbancarle de ese lateral, algo que no ha ocurrido.

Sobre el césped, Candelas es un motor diésel que siempre tiene energía para una carrera. Defensivamente ha crecido junto al resto de sus compañeros, mientras que ofensivamente destaca por sus desdoblamientos y un buen centro que ha servido para intimidar en multitud de ocasiones.

Fuera del verde, Candelas un tipo familiar. Vive con su pareja, alejando de ruidos y entrevistas. Es habitual verle pasear por la ciudad paseando al perro, siempre con una sonrisa y dispuesto a hablar de fútbol. «No tengo muchas más aficiones que el fútbol», ha llegado a confesar.

Dentro del vestuario también es un jugador muy querido. Nunca ha lanzado una palabra más alta que otra. Ha aceptado bien la crítica y el halago. Y ha sabido soportar la presión de un proyecto exigente. Candelas no es puro fuego, pero sí un carburante bien engrasado para la maquinaria del Extremadura.