Chris Horner (Radioshack) sí pudo rematar la Vuelta 2013 en el Angliru con un certero arponazo al Tiburón italiano Vincenzo Nibali a un kilómetro de la cima, aunque no pudo evitar el triunfo de etapa del joven francés de 22 años Kenny Elissonde (Francaise), otra joya del ciclismo galo.

La Vuelta tendrá el ganador más veterano en la historia de las grandes carreras por etapas. Además, de largo. El belga Lambot ganó el Tour con 36 años en 1922, y más recientemente el suizo Rominger la Vuelta'94 con 33. Horner, que está a punto de cumplir los 42 años, subirá al primer escalón del podio de Madrid. Por méritos propios.

Para ello tuvo que enzarzarse en una batalla sin cuartel con un tiburón herido que no dio por perdida la Vuelta hasta que recibió el arponazo letal a 1,5 kilómetros de meta. El escualo no era otro que Vincenzo Nibali, que mordió y mordió hasta el agotamiento. Atacó hasta en seis ocasiones, pero Horner se convirtió en el voraz "tiburón blanco" del Angliru.

Finalmente, el escualo se desangró con todos los honores, y Horner se perdió entre la niebla antes de cruzar la meta como virtual vencedor, a 26 segundos del francés Elissonde, de 22 años, que por edad podría ser el hijo del americano.

El ganador del Giro subirá al segundo escalón del podio, mientras que Alejandro Valverde (Movistar), sufridor en el Angliru entre tanto zarpazo, entró junto al italiano a 28 segundos del americano, suficiente para guardar la tercera plaza. Purito Rodríguez no fue el del Naranco y se mantuvo cuarto.

FINAL HEROICO Dos generaciones opuestas se cruzaron en el podio del Angliru. El "olimpo del ciclismo español", como reza un cartel del puerto de la Sierra del Gamonal, dio a conocer a Elissonde, otro descubrimiento de la Vuelta. Antes se presentaron en sociedad Barguil en Formigal y Geniez en Peyragudes, asomando la cabeza del ciclismo galo.

Mientras Elissonde, quien "no pensaba ganar" en tan afamada cima, bajaba del cajón, por allí entraba Horner, ya recuperado del sofocón que le tuvo en el suelo hasta recuperar el resuello. Quién se lo iba a decir cuando a primeros de año fue operado en una rodilla.

Con dudas o sin ellas, siempre compañeras de viaje en el ciclismo actual, lo cierto es que Horner ha sido el más fuerte de la 68 edición de la Vuelta. Con escasos días de competición ha cimentado su triunfo en la última semana, coincidiendo con el ocaso de Nibali. El Angliru ofreció espectáculo porque era la última oportunidad para los favoritos, pero a la hora de la verdad la subida de 10 kilómetros con las temidas rampas del 23 por ciento se convirtió en un combate de boxeo entre Nibali y Horner.

El primer guantazo lo lanzó el italiano, que abrió hueco. Horner se mantuvo tranquilo. Inteligente, confiado. Tenía que llegar su momento, y llegó, a 1,5 kilómetros de la cima. El último arreón del jefe del Radioshack, quien aún no tiene equipo para la próxima temporada.

"Vengo a ganar la Vuelta", dijo tras aquella tercera etapa en el Mirador de Lobeira, en Galicia, cuando se puso el maillot rojo para un solo día. Hubo risas, pero dijo que podía. Y pudo. Ya tiene un motivo para ponerse tibio de hamburguesas, pizzas, chocolatinas y refrescos de cola. Ganar una Vuelta bien merece un festín. Hasta para comer es original este hombre. A su manera, que decía Sinatra. Hoy se disputa la última etapa entre Leganés y Madrid, de 109 kilómetros. Previsible llegada al esprint.