Son las 4:15 am del domingo al lunes. Tras haber visto un documental de Pau Gasol y no sé cuántos capítulos de Stranger Things, sigo sin poder dormir. Tengo una sensación de vacío, un nudo en el estómago que no me está dejando pegar ojo… Es algo parecido a cuando pierdes un partido fuera de casa por una diferencia abultada. Estás solo, sin tu afición, y para colmo te quedan 6-7 horas de viaje en bus (afortunadamente hace mucho tiempo que no nos ha pasado; de hecho, esta temporada creo que ninguna vez). No sé si me estoy viniendo arriba con esto de la columna, pero no quería dejar pasar la oportunidad de escribir unas líneas en «este momento de inspiración», que espero me ayuden a conciliar el sueño tras plasmarlas.

El día de hoy había ido como uno más en este confinamiento. Por cierto, se adelantó la hora de los aplausos a las 20:00, y por supuesto volvimos a salir con Celia. Después me pegué un baño antes de cenar y me entró el bajón. Los domingos Cris y yo solemos ver una peli tranquilamente por la noche para cargar las pilas y afrontar la semana con la energía a tope, pero esta vez no. Durante la cena compartí con ella mis inquietudes y pensamientos: «Enana, no me creo que mañana no haya físico por la mañana con esta gente»… «Hasta ahora parecía que teníamos ‘finde’ libre por un parón, pero es que mañana no entrenamos…».

Los lunes me despertaba a las 7:30 (Cris hacía algo más de media hora que había salido de casa para trabajar). Preparaba el desayuno, la bolsa del entreno, la de Celia para la guarde y la despertaba. Despertar a tu hija es algo maravilloso, por cierto. Salíamos de casa a las 8:50, siempre con alguna canción que me transmitiera buen rollo para empezar el lunes y cantaba en el coche como si del mejor David Bisbal se tratara, bajo la mirada atónita, carcajadas y aplausos de la pequeña terremoto.

Una vez la dejaba en la guarde, llegaba al Multi a eso de las 9:10. Al entrar al vestuario siempre grito «¿Cómo está mi gente?». Y allí están Ricardo, Jorge y Zubi. El más madrugador los lunes por la mañana creo que era Ricardo, que también venía de dejar a sus peques en el cole, aunque no estoy seguro cuál de los tres llegaba primero. Les iba chocando la mano uno a uno. Charlábamos mientras salíamos a tirar, calentar o estirar. También solía madrugar bastante Sylvester, que llegaba mientras terminábamos de cambiarnos. Al resto de jugadores se les hacía un poco más duro madrugar los lunes…jajaja.

El físico empezaba a las 9:30 con el sargento Mario Díaz Hellín. «Good morning, MOTHERFUCKERS, congratulations for the victory. If you know me, you already know that I’m not going to be happy if you win but you don’t work. I know it’s monday morning, but please, you have to work hard». Seguidamente pasaba lista de los tocados y les preparaba un plan específico… con un «¡venga hombre!» con acento a lo Radomir Antic de Rako.

Los lunes eran bastante duros, hacíamos físico en pista más gimnasio, terminando a eso de las 12:00-12:30 excepto Jorge, que llamaba a Armando para hacer técnica individual después de todo el tute.

La tarde del lunes era el momento que todos estábamos esperando: ¡teníamos fútbol! Sí, como lo leen. Después de cada victoria jugábamos un partido de fútbol para calentar, y ahí sí que había contacto, piques, roces… Está mal que yo lo diga, pero nos lo tomábamos más en serio que el propio entrenamiento. Yo creo que Roberto ya se iba dando cuenta e iba planificando la sesión de baloncesto de después como una vuelta a la calma tras el partidazo… jajaja.

Este año habíamos formado un grupo humano increíble y es algo de lo que hablaré en próximas columnas. Hoy quería haceros llegar cómo me siento al ver que mañana no estaré con ellos. Siempre tenía un saludo para cada uno. «Nikolai: kakosi brate?», «Richie: Rix Aita», «Paquito: The Eagle», «Milano: dobro majstore?», «Geooorge, Shoob: Oso ondo?», «Ferrunet: Tot be?», «Jordyman: Goedemorgen?», «Arkeem: My queen» y «Sílvester, con tilde en la í». Berni estaba en proceso de buscarle el apodo y saludo, pero ya le solté un par de veces «Bernaaard».

He de reconocer que soy bastante payasete para estas cosas, pero si no no sería yo…

Son las 5:15 y me encantaría llegar gritando al vestuario dentro de 4 horas… «¿CÓMO ESTÁ MI GENTE?». Pero no… #YoMeQuedoEnCasa.