Las protagonistas tienen mucho en común: nacieron en Badajoz, viven en Cáceres y comparten una pasión: el judo. En el escalafón de este deporte en Extremadura son las reinas indiscutibles e indiscutidas. Entrenan juntas, además, y tienen otro distintivo común: la sonrisa. Sus nombres, Conchi Bellorín y Angeles López.

Son las 10.30 de la mañana. Barriada de La Mejostilla, en Cáceres. El escenario, Centro Kaizen, de entrenamiento personal y evolución deportiva y sede de sus entrenos. Allí curran desde octubre con la entrenadora de ambas, Raquel Hernández, a su vez empresaria, con Bellorín. La olímpica en Londres y la jovencísima Angeles López exhiben esa sonrisa y ejercen de anfitrionas.

"Es verdad que cuando puedo ayudarla, lo hago", dice Bellorín sobre su amiga y compañera. López está encantada por tener a "la mejor" al lado, de la que apunta que tiene mucho que aprender, pese a que a sus 19 años posee varios títulos nacionales absolutos y que ha participado ya en el Mundial junior y la Copa de Europa. Un currículo que la olímpica (33 años) ni podía imaginar a su edad. La dualidad y la motivación contagian. La complicidad es diáfana.

Sus reflexiones en el centro de entrenamiento hacen pensar en que pueden tener otro punto en común: los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en el 2016. ¿Por qué no pueden ir ambas? De momento, miran con optimismo el horizonte, pero insisten en hacer piña "con nuestro equipo de trabajo", que lidera Raquel Hernández, la preparadora física. A saber: la psicóloga Rosa Redondo, el fisioterapeuta José Moreno y el doctor Marcos Maynar.

"La edad puede ser un obstáculo, pero la mayoría de las veces no", dice Bellorín sobre las perspectivas de futuro, al tiempo que recuerda como argumento que la media de finalistas judocas en Londres ha sido de 32 años. "De momento vamos a estar ahí, peleando", comentan.

"Esto supone mucho sacrificio, pero lo llevamos bien", agrega Angeles, que vive cerca del centro donde entrena y tampoco está muy lejos de su Facultad de Ciencias del Deporte, donde cursa Segundo. El primer año lo superó con éxito y espera que todo siga saliendo bien, como su propia evolución en la superélite.

Muy temprano

Entrenan a las seis de la mañana. "Nos acostamos pronto para estar lo mejor posible", cuentan. "No sé, a las 11.30 o las 12", añade López sobre su hora de dormir habitual. Es palmario el razonamiento: no son profesionales del judo, pese al evidente nivel top de ambas. Las clases universitarias son sagradas .

Las tres trabajaron durante los últimos años en el Centro de Tecnificación de la Ciudad Deportiva. "Estamos mejor aquí, sí", dice plácida López. Raquel Hernández, preparadora murciana que trabaja en Extremadura desde el 2008 en la vuelta a la región de Bellorín, castiga con profesionalidad, mientras, a un deportista en el centro.

"Ahora, en un año tan difícil, estamos buscando la calma aquí". Bellorín no entra en polémicas, aunque se le intuye dolida por los problemas surgidos en años anteriores. No pasa nada: la nueva e ilusionante etapa como deportista de élite se ha iniciado con el máximo incentivo. Son autosuficientes. Son un equipo en tiempos de crisis. Complicada la simbiosis, fácil la conexión si ésta es tal. Y lo es.